Úlcera

Las úlceras son más frecuentes en la piel de las extremidades inferiores y en el tracto gastrointestinal.

También pueden producirse debido a una falta de movilidad, que provoca una presión prolongada sobre los tejidos.

Las úlceras cutáneas aparecen como cráteres abiertos, a menudo redondos, con capas de piel erosionadas.

[2]​ Los pacientes pueden sentir dolor en la piel que rodea la úlcera y ésta puede supurar líquido.

En los dos últimos estadios la úlcera puede causar una pérdida más profunda de grasa y necrosis del músculo; en casos graves puede extenderse hasta el nivel óseo, puede comenzar la destrucción del hueso y puede haber sepsis de las articulaciones.

Especialmente, las heridas y úlceras crónicas están causadas por una mala circulación, ya sea por problemas cardiovasculares o por la presión externa de una cama o una silla de ruedas.

El tratamiento suele consistir en evitar que la úlcera se infecte, eliminar el exceso de secreción, mantener un entorno húmedo en la herida, controlar el edema y aliviar el dolor causado por el daño nervioso y tisular.

Normalmente se utilizan antibióticos tópicos para evitar que la úlcera se infecte, y la herida o úlcera suele mantenerse libre de tejido muerto mediante desbridamiento quirúrgico.