Su destreza sin parangón era admirada por todos los autores griegos, especialmente en el arte de esculpir estatuas.
[10] Dédalo también tuvo un sobrino, hijo de su hermana Pérdice, que llegó a superarle en destreza, y cuyo nombre oscila entre Pérdix,[11] Talo,[2] Calo[12] o Atalo.
Imitándola, tomó un pedazo de hierro y lo cortó en el borde, inventando así la sierra.
Pero la diosa, que favorece al ingenio, le vio caer y cambió su destino transformándole en un pájaro bautizado con su nombre, la perdiz.
Este pájaro no hace su nido en los árboles ni vuela alto, sino que anida en los setos y evita los lugares elevados, consciente de su caída.
Según Homero, Dédalo también construyó una amplia pista de baile para Ariadna,[14] hija del rey.
El laberinto era un edificio con incontables pasillos y calles sinuosas abriéndose unos a otras, que parecía no tener principio ni final.
[16] Dédalo deseaba escapar de su prisión, pero no podía abandonar la isla por mar, ya que el rey mantenía una estrecha vigilancia sobre todos los navíos del mar Egeo y no permitía que ninguno navegase sin ser cuidadosamente registrado.
Dado que Minos controlaba la tierra y el mar, Dédalo decidió huir por aire.
Ícaro agitó sus brazos, pero no quedaban suficientes plumas para sostenerlo en el aire y cayó al mar.
Su padre lloró y, lamentando amargamente sus artes, llamó Icaria a la isla cercana en memoria de su hijo.
Los cretenses de la flota, sin su rey, decidieron no retornar a Creta y se establecieron en Yapigia.