Pasaron las islas de Samos, Delos, Paros, Lebintos y Calimna, entonces el muchacho comenzó a ascender.
El ardiente sol ablandó la cera que mantenía unidas las plumas y estas se despegaron.
Ícaro agitó sus brazos, pero no quedaban suficientes plumas para sostenerlo en el aire y cayó al mar.
[3] Allí construyó un templo a Apolo en el que colgó sus alas como ofrenda al dios.
Ícaro, navegante torpe, naufragó frente a la costa de Samos, en cuyas orillas se encontró su cuerpo.