[6] Sin embargo, su estatus diferenciado dentro de la Corona francesa terminó en 1789,[7] al ser abolido como reino.
El norte permaneció poco tiempo bajo dominio musulmán y pronto se organizó en un núcleo cristiano de fugaz sometimiento al Imperio carolingio y con centro en la ciudad de Pamplona, población fundada en época romana como Pompaelo por Pompeyo sobre un asentamiento vascón preexistente, que algunos autores consideran se denominaba ya «Iruña».
Las capitales vascas de Vitoria y San Sebastián fueron fundadas por el rey navarro Sancho VI el Sabio.
Otros autores, principalmente en el siglo XIX, supusieron que los visigodos sí llegaron a dominar la tierra de los vascones.
La escasez de datos ha llevado a crear la leyenda sobre el Domuit vascones (dominó a los vascones), una supuesta frase que se incluiría en las crónicas de todos los reyes godos, pero que parece ser una invención del novelista Francisco Navarro Villoslada.
Los testimonios arqueológicos y documentales han recibido diversas interpretaciones en algunos casos derivadas de la polémica política.
Durante el invierno del 713 los ejércitos musulmanes alcanzaron el valle medio del Ebro que se encontraba gobernado por el conde hispanovisigodo Casio, quien eligió someterse al califa omeya y convertirse al islam a cambio de mantener su poder en la región, dando origen así a la estirpe de los Banu Qasi.
Tras la conquista musulmana de la península ibérica, este territorio fue dominado mediante guarniciones militares establecidas en lugares como Pamplona, Aragón, Ribagorza, Pallars, Urgel, Cerdaña o Rosellón.
La dominación franca se hizo efectiva entonces más al sur tras la conquista de Gerona (785) y Barcelona (801).
La constante amenaza que sobre las tierras vasconas se ejercía desde ambas vertientes de los Pirineos favoreció el surgimiento de dos facciones líderes entre la aristocracia vascona, los Íñigo apoyados en los musulmanes por parentesco con los Banu Qasi, y los Velasco apoyados por los francos carolingios.
Sin embargo, en el 812 el emir Al-Hákam I y Ludovico Pío acordaron una tregua por la que los carolingios tomaban el control de Pamplona, delegando el gobierno en Velasco al Gasalqí.
En el 859 los vikingos llegan a Pamplona y secuestran al nuevo rey García I Íñiguez.
Solo tras pagar un costoso rescate el rey vuelve a Pamplona, pero a partir de entonces la vieja alianza entre los Arista y los Banu Qasi se ha roto y García I será aliado del reino de Asturias.
En continua rebelión contra Córdoba, trata de asegurar el valle del Ebro a su paso por la Rioja.
Viendo la amenaza que esta fortaleza supone sobre los dominios orientales del reino asturiano, Ordoño I y los navarros lanzan una ofensiva contra Albelda.
[28] A finales del siglo XV el rey de Aragón Fernando el Católico realizaba continuas injerencias en la guerra civil de Navarra en apoyo a los Beaumonteses y que en algunos periodos había supuesto una auténtica ocupación militar.
Desde allí su descendiente apoyó al rey aragonés en su ya decidida invasión del reino de Navarra.
Esto fue considerado por Castilla y Aragón como una beligerancia, ya que Francisco I de Francia estaba enfrentado al castellano-aragonés y además era declarado un monarca cismático en el V Concilio de Letrán por el papa Julio II.
[31] Los reyes navarros Juan y Catalina se refugiaron en sus dominios del Bearn desde donde organizaron la resistencia.
[32] La segunda tuvo lugar en 1516, aprovechando la muerte de Fernando el Católico y la complicada sucesión castellana.
La dinastía Habsburgo establecerá en Pamplona la figura de un virrey, permaneciendo con gran actividad las cortes del reino.
En este convenio también se acuerda eliminar ciertas particularidades forales para adecuarlas a la constitución de 1837 (Artículo 1.°.
El gobierno liberal quería imponer sus principios centralistas y suprimir los fueros por considerarlos privilegios medievales injustos y por ello los liberales de la Diputación Provincial con Yanguas Miranda como cabeza visible, negocian con el gobierno central la supresión de casi todos los privilegios forales.
Sin embargo, la provincia seguía reteniendo amplia autonomía fiscal, administrativa y tributaria consignada en la Ley Paccionada de 1841.
El calificativo de "Paccionada" hacía referencia a que su promulgación fue pactada con la Diputación Provincial, la cual estaba controlada por los liberales navarros.
[52] El vasco seguiría siendo predominante entre la población rural,[53] aunque, a pesar de su mayor arraigo entre el vulgo, era, sin embargo, raramente escrito (no hay vestigios más que términos o breves notas) y de forma en cualquier caso informal.
El romance navarro, según afirman algunos lingüistas,[56] «tanto por su nacimiento en un medio geográfico sustentador de la lengua vasca como por su coexistencia secular con ésta, el origen y desarrollo del navarro ofrece problemas y características peculiares en la historia de la lingüística española».
[62] Cuando en 1926 Ramón Menéndez Pidal publica su obra sobre los Orígenes del español asienta unas líneas maestras al establecer distintas áreas lingüísticas peninsulares en ocasiones basándose más en criterios geográficos que lingüísticos: "Región navarro-aragonesa" con una ligera descripción del contexto histórico de esta región y dedicando un epígrafe al "Idioma navarro-aragonés".
Medio siglo más tarde González Ollé, secundado por otros filólogos, la consideraban «una terminología imprecisa y fluctuante que el uso rutinario, apoyado en la autoridad de Menéndez Pidal, prolonga hasta el presente.
Mientras, han ido creándose denominaciones varias en función de un mejor conocimiento, es decir, del ajuste a la realidad».
Territorio incorporado a Castilla en 1463 | |
Dominios de la casa de Albret | |
Dominios de la casa de Foix | |
Reino de Navarra incorporado a Castilla en 1515 | |
Baja Navarra abandonada por Castilla en 1530 |