Cartago armó su mayor fuerza militar hasta entonces bajo el mando del general Amílcar Magón, con la intención de conquistar Sicilia.
Durante los siguientes sesenta años, tropas cartaginesas y griegas se vieron envueltas en sucesivas batallas sin cambios notables.
Desesperado, Agatocles organizó una expedición de 14 000 hombres atacando por sorpresa directamente Cartago por tierra firme, esperando salvar así sus posesiones en la isla.
Viéndose reducida la influencia griega en el Mediterráneo occidental hubo una redistribución del poder quedando patente la rivalidad existente entre Cartago y Roma.
Al encontrarse en inferioridad los mamertinos pidieron ayuda a los cartagineses, quienes accedieron ocupando la bahía de la ciudad con una flota, para posteriormente establecer una guarnición en Mesina.
La revuelta tuvo lugar en la ciudad de Sicca Veneria en el 241 a. C. Roma se mantuvo neutral, aunque apoyó comercialmente a la metrópoli.
La empresa fue iniciada en el 237 a. C. por Amílcar Barca, que dominó casi toda Andalucía, y la continuó su yerno Asdrúbal, fundador de la ciudad Cartago Nova, actual Cartagena.
Hallándose Aníbal en Italia sin posibilidades ofensivas y terminada la guerra en Hispania, Roma proyectó el asalto directo a Cartago.
Su portavoz fue Marco Porcio Catón, llamado «el Censor», cuyas arengas «anticartaginesas» son famosas, soliendo terminar todos sus discursos concienzudamente con la célebre frase:
[54] Su cultura permaneció en numerosas ciudades coloniales bajo el poder romano, conservándose parte de la herencia cartaginesa, en especial en los primeros siglos.
El puerto militar según las fuentes clásicas podía albergar 220 barcos de guerra, y sobre los hangares se levantaron almacenes para los aparejos.
A partir del siglo III a. C., se desarrolla una potente clase media que toma importancia en política, con la estandarización de las urnas.
La religión presidía todos sus actos, al nacer un niño se le colocaba bajo la protección de una divinidad, imponiéndole su nombre.
Las funciones sacerdotales no eran hereditarias entre los cartagineses; las desempeñaban por lo general los nobles, y eran signos de distinción que solían ir unidos a otros cargos importantes.
Baal Hammon era el principal dios fenicio adorado en la colonia de Cartago, generalmente identificado por los griegos como Crono y por los romanos como Saturno.
[82] Además, la aristocracia púnica encabezó la fundación de nuevas colonias y factorías en enclaves costeros a lo largo del Mediterráneo.
[123] Los productos alfareros cartagineses encontrados en yacimientos, muy abundantes y con marcado carácter industrial, son muy lejanos en calidad de los griegos contemporáneos.
[131][132][133] Estrabón informa que incluso en los años previos a la Tercera Guerra Púnica, la por lo demás devastada y empobrecida Cartago había hecho florecer de nuevo sus tierras.
Se expandió por todo el territorio metropolitano de Cartago, así como por las grandes islas del Mediterráneo y los numerosos enclaves costeros occidentales púnicos.
También, una parte de la historiografía ha supuesto ambiciones monárquicas siguiendo el modelo helenístico en los Barcidas en España, hipótesis igualmente descartada por Maurice Sznycer.
[149] Los generales también debían rendir cuentas de sus campañas ante el Consejo, cuyas sentencias podían engrandecer a una familia o asumirla en la desgracia.
[150] Tanto Aristóteles como Eratóstenes estudiaron y escribieron libros sobre la organización política de Cartago, si bien solo ha sobrevivido lo escrito por el primero.
La Asamblea del Pueblo era, según Aristóteles, un cuerpo de ciudadanos compuesto por numerosas agrupaciones, quienes ostentaban el poder y la soberanía.
Para un ciudadano de origen humilde era imposible acceder a cargos importantes, al igual que en otras ciudades contemporáneas no debió existir impedimento jurídico, solo los obstáculos surgidos por la diferencia social.
[155] Inicialmente la Asamblea del Pueblo tuvo un poder limitado, carecía del derecho a autoconvocarse y los temas tratados en ella eran impuestos por los magistrados o por el Senado, cualquier ciudadano cartaginés podía tomar la palabra y oponerse a la propuesta presentada, según la describen Aristóteles o Apiano.
Durante generaciones los Magónidas constituyeron un estado similar a la tiranía, si bien su poder recayó en la fuerza militar y en la fundamentación religiosa.
[162] El gobierno y poder que ocuparon los Magónidas durante generaciones también puede equipararse al de los propios tiranos griegos, como describió Justino[163] En el siglo V a. C., Cartago se había trasformado en un estado con una poderosa clase aristocrática poco dispuesta a dejar en manos de unos pocos los importantes cargos públicos.
[168] Si bien el territorio controlado por Cartago fue amplio con numerosos vasallos y asociados, la zona propiamente colonizada por los púnicos nunca llegó a ser muy extensa.
Durante varios siglos fue la más poderosa potencia naval del mediterráneo occidental, hasta perder su superioridad en la primera guerra púnica.
Disponía de una vela cuadrada en un mástil retráctil en el centro y otra más pequeña en la proa, para los vientos transversales.