El vestido, palabra proveniente del latín vestitus, puede servir para designar un traje de mujer.
Esto, que será una constante en la historia, asistirá a una aceleración de cambios profundos a lo largo del siglo XX, siglo en el que las mujeres entrarán con una silueta marcada por el corsé y ropas interiores abundantes.
[3] A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, y gracias también a la nueva sociedad de consumo, el sector textil evolucionará para satisfacer una demanda que no exigirá ropas duraderas o resistentes ya que no serán usadas varias temporadas.
Los años 60, con sus cambios profundos en las mentalidades, terminarán con el orden impuesto por la alta costura para dar paso a mayor diversidad y el fin de la hegemonía del vestido en la mujer.
Cuando las pieles ya estaban preparadas tras ser curtidas se podían cortar y dar forma; fue así como se llegó a uno de los grandes avances tecnológicos en la historia del vestido, este muy importante, la creación de la aguja para poder ensartar el hilo, recortar las pieles y darles forma.
[5] En Inglaterra, Reina Isabel dictaba qué tipo de vestidos podían llevar las mujeres.
[6] Las mujeres francesas se inspiraban en los corpiños de estilo español y también llevaban gorgueras.
[7] Los vestidos del siglo XVI también mostraban decoraciones superficiales como bordados, siendo especialmente popular el blackwork.
[8] Los vestidos femeninos en Rusia durante los siglos XVI y XVII identificaban el lugar de la mujer en la sociedad o en su familia.
[10] Las faldas eran amplias, con pliegues regulares y la sobrefalda permitía lucir una enagua de tela contrastante.
Eran populares los bordados que reflejaban descubrimientos científicos, como animales y plantas recién descubiertos.
[15] El vestido siguió siendo una prenda unisex para ancianos y niños hasta el siglo XIX omo lo demuestra la iconografía: en cuanto ya no está envuelto y puede sentarse, alrededor de los siete u ocho meses, se quita la camiseta del niño para ponerse el vestido.
A principios del siglo XX, estaba de moda el look popularizado por la Gibson girl.
[29] Durante la Segunda Guerra Mundial, los vestidos eran más delgados y se inspiraban en los uniformes militares.
Fue a inicios del siglo XX cuando la moda femenina se caracterizó por el dicho: "Para ser bella hay que ver estrellas".