Con la Revolución Industrial, los nuevos procesos técnicos permitieron un auge de la producción y una distribución cada vez mayor a todos los ámbitos sociales.
[51] En la Plena Edad Media (siglos xii-xiii) hubo un refinamiento de las costumbres y el vestuario buscaba aportar una mayor elegancia al portador.
[57] Desde la segunda mitad del siglo XV la hopalanda, conocida más entonces como gown, pasó a ser usada principalmente por ancianos o bien por doctores y magistrados.
El primer emperador mogol, Babur, descendiente del conquistador mongol Tamerlán, aún vestía al estilo de Asia central, con túnica, abrigo y turbante.
La moda masculina también fue más recargada, con un manto (ho) bajo el que se llevaba un traje (sokutai) de amplias mangas y cola (kyo).
[87] Durante la Edad Media, en la que ganó preeminencia la clase guerrera, se impuso una moda más sencilla: los hombres llevaban un traje (hitatare) de chaqueta corta y pantalón largo.
En Laos la prenda básica era el phasin, una tela envuelta en torno a las caderas que constaba de cintura, sección intermedia y dobladillo.
[160] También en esta época se fueron incrementando las publicaciones dedicadas a la moda, como la revista Harper's Bazaar, aparecida en 1867; Vogue, iniciada en 1883; o Vanity Fair, lanzada en 1913.
Su vestuario se inspiraba en la indumentaria aristocrática prerrevolucionaria, incluidas las pelucas empolvadas, así como diversos objetos de afectación, como los impertinentes, unas gafas con mango.
Los hombres usaban frac, un chaleco (gilet) con una bufanda anudada al cuello y pantalón largo; en 1805 se introdujo una casaca corta sin faldones.
[164][nota 5] En el calzado, se llevaban sandalias tipo gladiador o souliers, unos zapatos salón de punta redonda y tacón bajo.
La aparición del estilo neogótico en las artes influyó en un retorno a formas medievales en el vestido: hombros caídos, mangas largas y ceñidas —tipo pagoda—, uso de telas pesadas.
La falda era acampanada, decorada con volantes, guirnaldas, plisados y festones; entre los adornos más populares se encontraba el motivo de clave griega.
Aunque de origen europeo —los solían usar los estibadores en Francia e Italia—, se popularizaron en el oeste norteamericano, gracias a la labor del comerciante Levi Strauss.
[213] La transición entre los siglos xix y xx fue conocida como Belle Époque o, en Reino Unido, como «época eduardiana», que coincidió en arte con el estilo Art Nouveau, caracterizado por un decorativismo exagerado.
Al año siguiente Condé Nast lanzó la revista Vanity Fair, que combinaba moda, cultura, política y otros aspectos de la sociedad.
[235] Fueron los años en que surgió la moda del pelo corto (bob cut), con un arquetipo de mujer liberada y cercana al rol masculino, denominada flapper en inglés o garçonne en francés.
Numerosos modistos diseñaron este tipo de prendas, como Jean Patou, que ideó un vestido sin mangas con falda plisada hasta la rodilla para la tenista Suzanne Langlen.
Para las actividades acuáticas, Elsa Schiaparelli diseñó unos bañadores de punto ceñidos al cuerpo, decorados con rayas verticales u horizontales.
[277] También empezó a sobresalir la moda estadounidense, basada en una potente industria que ya desde finales del siglo XIX se había ido abriendo camino en el sector de forma segura.
Pertegaz cimentó su fama en España, sin necesidad de acudir nunca a París, aunque triunfó en otros países, sobre todo Estados Unidos.
Berhanyer tenía un cierto aire arquitectónico, al igual que Courrèges, con sellos personales como sus contrastes bicolor, sus chaquetas cortas, sus adornos de flores y sus cinturones anchos.
También en esa línea práctica, en 1973 Diane von Fürstenberg lanzó su «vestido envolvente», válido tanto para día —con un blazer— o la noche —con joyas y zapatos de tacones—.
Otro exponente de la moda nipona fue Kenzō Takada, establecido en París, que destacó por su uso del color y los estampados, con gusto por los elementos folclóricos.
Por otro lado, el diseñador Azzedine Alaïa lanzó su línea «ropa segunda piel», unas prendas que se ajustaban al cuerpo marcando claramente las formas femeninas, realizadas en elastano.
La sensualidad de su estilo se vio reforzada por sus campañas publicitarias realizadas por la fotógrafa Ellen von Unwerth, así como por su colaboración con la cantante Madonna.
Algunos de los diseñadores que destacaron en este estilo fueron Calvin Klein, Tom Ford, Marc Jacobs, Miuccia Prada, Jil Sander y Helmut Lang.
Algunos de los diseñadores que experimentaron en este terreno fueron Issey Miyake, Rei Kawakubo, Alexander McQueen, Ann Demeulemeester, Martin Margiela y Hussein Chalayan.
En esa línea, en los primeros años del nuevo siglo se vio una tendencia creciente al empleo cada vez más de equipos y diseñadores anónimos por las grandes marcas.
Esta línea comercial se ha visto impulsada por cadenas de moda como H&M, Zara, C&A, Massimo Dutti, Primark, Topshop y Mango.