Pero la fama no le llegó hasta que se mudó a Brujas, donde estableció su propio taller.
En otros aspectos, su estilo es relativamente poco evolucionado con respecto a lo que se hacía ya años antes de su nacimiento, sin embargo sus paisajes constituyen un vínculo entre los iluminadores del siglo XV y Peter Brueghel.
Creó libros para gobernantes alemanes, como el cardenal Alberto de Brandeburgo, y la realeza, como el Emperador Carlos V y Don Fernando, Infante de Portugal.
Su hija mayor, Levina Teerlinc, se convirtió en una gran miniaturista, sobre todo de miniaturas-retrato, y emigró a Inglaterra.
Otra hija suya se convirtió en tratante de pinturas, miniaturas, pergaminos y seda.