Rose Bertin

Entre ella y el peluquero Léonard Autié, crearon para la reina un estilo propio que marcó aquellos últimos años del Antiguo Régimen en Francia.

En un cuarto especial en el palacio de Versalles Rose Bertin creaba nuevos y numerosos vestidos para la reina María Antonieta, ya que Bertin no podía ser admitida en el departamento donde esperaba la reina y sus damas, por ser plebeya.

A mediados del siglo XVIII, las mujeres francesas acomodadas habían comenzado a hacerse el "pouf" (en francés, cojín; literalmente, el relleno utilizado) en sus cabellos, elevándolos y empolvándolos, acompañando el peinado de amplios y lujosos vestidos.

Bertin usó y exageró estas modas imperantes para María Antonieta con peinados de alturas sobre los tres pies (noventa centímetros).

En 1783 Élisabeth Vigée-Lebrun retrató a María Antonieta luciendo la famosa "robe chemise" diseñada por Rose Bertin, lo cual fue tan escandaloso para su época que se tuvo que pintar un segundo retrato de la reina con un adecuado vestido de corte.

María Antonieta convocó a Bertin para vestir unas muñecas a la última moda como regalo para sus hermanas y su madre la emperatriz María Teresa I de Austria, estas muñecas fueron llamadas "Pandoras", y podían ser hechas de cera, madera o porcelana, tenían un poco menos del tamaño que una muñeca de juguete común, o podían ser tan grandes como la mitad o igual a una persona real.

Llamada "Ministro de la Moda", Bertin fue la mente tras casi todos los nuevos vestidos comisionados por la reina.

Todos podían ver como María Antonieta no tenía sentido político, solo una fe ciega en el privilegio real.

Durante la Revolución francesa, cuando muchos de sus nobles clientes fueron ejecutados (incluyendo la reina) o huyeron al extranjero, Bertin trasladó su negocio a Londres.

Al iniciar el siglo XIX, Bertin transfirió su negocio a su sobrina y se retiró.

Su establecimiento ostentaba grandes ventanas con muestras diseñadas para distraer a los transeúntes en camino hacia el Palacio Real.

Una vez atraído hacia el interior, conducido por la puerta por un portero uniformado, el potencial cliente se encontraba en un lujoso vestíbulo tal que salón de aristócrata: figuras doradas adornaban los techos, largos espejos y finas pinturas colgadas en las paredes, y costosos muebles estaban repartidos entre mostradores con pilas de damascos, sedas, brocados y otros tejidos que anunciaban el verdadero propósito del lugar.

María Antonieta luciendo la polémica "robe chemise" hecha por Bertin. Retrato de Vigée-Lebrun , 1783.
María Antonieta luciendo traje de corte. Retrato de Vigée-Lebrun, 1783 para sustituir el "inadecuado" retrato en más simple "robe chemise".