Sin embargo, muchas otras interpretaciones se han propuesto acerca del cuadro, y el consenso actual es que la teoría de Panofsky es difícilmente sostenible.
La pareja aparece de pie, en su alcoba; el esposo bendice a su mujer, que le ofrece su mano derecha, mientras apoya la izquierda en su vientre.
La pose de los personajes resulta teatral y ceremoniosa, prácticamente hierática; algunos especialistas ven en estas actitudes flemáticas cierta comicidad, aunque la extendida interpretación que ve en el retrato la representación de una boda atribuye a ello su aire pomposo.
Sabemos que las obras flamencas estaban ideadas para ser vistas de cerca; asimismo mostraban el orgullo que sentía la alta sociedad flamenca por sus ciudades, por sus viviendas y por sus objetos, pero estas razones, con ser aceptables, no llegan al fondo de asunto.
El más mínimo detalle, una brizna de hierba, por ejemplo, nos recuerda la obra divina; es, pues, un modesto homenaje del pintor a la belleza natural.
Evidentemente, el cuadro y el matrimonio en sí están envueltos en un halo de misterio.
Últimamente se habla de un posible exorcismo, o ceremonia para recuperar la fertilidad ya que Arnolfini y su esposa no tuvieron hijos.
Cierto que en Brujas en el siglo XV hubo cuatro Arnolfinis y dos de ellos se llamaban Giovanni, pero en el documento se habla inequívocamente del más rico, el que tenía tratos con el archiduque, el del cuadro de Van Eyck.
Esta escuela suele pintar cuadros de temática religiosa, que trata como escenas costumbristas, aunque también desarrolla el retrato y el paisaje.
Van Eyck representa la boda de Arnolfini, un próspero banquero italiano establecido en Brujas hacia 1421.
Por eso la pintura es la técnica ideal (manejable, barata y propensa a reflejar los gustos burgueses).