[1] Cuando este murió en 289 a. C., muchos de estos mercenarios quedaron ociosos y desempleados en Sicilia.
[3] Durante este período acuñaron moneda con su nombre e imágenes de sus dioses.
Desfilando con sus tropas, envió primero a sus indisciplinados mercenarios por delante, permitiendo que fuesen masacrados por los mamertinos.
Cuando Hierón regresó para sitiar su base (Mesana) en 265 a. C., los mamertinos pidieron ayuda a una cercana flota cartaginesa, que ocupó la bahía de la ciudad.
Sin embargo, no queriendo ver la expansión del poder cartaginés por Sicilia, al estar demasiado cerca de Italia, Roma respondió firmando una alianza con los mamertinos.
[10] Tras la primera guerra púnica, los mamertinos se pierden en la historia, si bien su nombre no fue olvidado del todo en el mundo antiguo, conociéndose un vino mamertino procedente del extremo nororiental de Sicilia que se consumía en el siglo I.
Gustave Flaubert escribe en la novela Salammbô que los griegos cantaban la vieja canción de los mamertinos: «Con mi lanza y espada aro y cosecho, ¡soy el señor de la casa!