Si bien Cartago fue finalmente derrotada, su ejército consiguió notables triunfos al mando de hombres excepcionales como Aníbal y Amílcar Barca.
Otro tipo de relaciones más estrechas podían vincular a diversos pueblos con generales en particular, como por ejemplo Aníbal.
Los mercenarios componían la mayor parte del ejército cartaginés, en el que también se encontraban carros de guerra e infantería libio-fenicia.
[14] En el año 255 a. C. llega a Cartago un general espartano llamado Jantipo, al que se respetaba por su amplia experiencia militar.
En este párrafo se produce la primera referencia a la falange cartaginesa, que es explícitamente diferenciada de las «tropas extranjeras».
Jantipo exprime al máximo la utilidad de las armas combinadas (caballería, elefantes, tropas ligeras y falange), tornando la batalla en una victoria púnica sin paliativos.
Cornelio Nepote exalta la figura de Amílcar, llegando a afirmar que durante su estancia en Sicilia, jamás fue derrotado por los romanos.
[17] Su objetivo era distraer la atención romana de los dos últimos bastiones púnicos en la isla: Lilibea y Drépano, al mismo tiempo que agotaba sus fuerzas.
La caballería y los elefantes, que formaban la vanguardia, se retiraron por los extremos de la formación, mientras la falange, situada en retaguardia, comenzaba a desplegar una línea compacta frente al enemigo.
La culminación de esta estrategia se produjo cuando el general, con un ejército menos numeroso, hostigó a las tropas rebeldes que quedaron sitiadas en un desfiladero.
[19] Según la estela de Lacinio, Aníbal envió 200 jinetes hispanos, 13 850 infantes y 870 honderos baleares a defender África.
[20] Tras tomar Sagunto, Aníbal arengó a las tropas íberas, concediéndoles permiso para que pasaran el invierno en sus hogares.
Tras la batalla del Metauro, Aníbal decidió concentrar sus tropas y aliados en Brucio, “el rincón más remoto de Italia”.
Los pueblos bereberes también aportarían tropas ligeras al ejército cartaginés, siendo sus armas más comunes la jabalina y el arco.
Generalmente iban desprotegidos, aunque su agilidad y habilidad con la espada les hacía oponentes equiparables a la infantería pesada en combates abiertos.
[64] Aunque se pueda contar entre las tropas hispanas de Aníbal, este contingente merece mención aparte por sus especiales características.
Para contrarrestar esto, los armeros romanos rediseñaron el escudo, añadiendo un forrado de metal al borde del mismo.
Aníbal les usaba habitualmente como tropas de choque, para desgastar al enemigo, reservando su valiosa infantería africana.
Esto tenía como consecuencia grandes cifras de bajas entre las filas galas, que aun así resultaban fácilmente reemplazables.
Ellos eran mayormente utilizados para debilitar las formaciones enemigas, o colocados en lugares donde podían encontrar refugio y protección de las otras tropas.
[77] Tras la batalla de Cannas, muchas ciudades en Lucania, Bruttium, Apulia y el Samnio defeccionaron al bando cartaginés.
Hannón el Viejo se enfrentó a los romanos en la batalla de Crotona, liderando un ejército formado por 17 000 infantes, en su mayoría brucios y lucanos.
Formaban en cuadro, consistiendo sus ataques en cargas controladas, pudiendo aguantar largos combates gracias las protecciones de jinete y caballo.
Sin embargo, Estrabón afirma que pasaban cuerdas en torno al cuello del caballo, a modo de brida.
En este caso, su guarnición estaba formada por cuatro hombres: El mahout o conductor, generalmente de raza númida.
Pero los púnicos no podían abastecerse permanentemente de animales indios, y capturaron elefantes africanos, en el área del Sáhara.
La isla posee dos grandes llanuras costeras, y varios valles interiores que normalmente siguen los cursos de los ríos principales.
Más avanzada resultaba la torre móvil que construyeron los ingenieros de Aníbal durante el asedio a Sagunto.
No está claro quién designaba a estos jefes militares, pero por lo común asumían el mando de manera semipermanente hasta que eran sustituidos.
[126] Por otro lado, aquellos jefes militares cuyos éxitos les permitían evitar los castigos por incompetencia lograban acumular una experiencia militar muy dilatada.