El nombre 𐤁𐤓𐤒 (Brq o Baraq) significa "rayo" en el idioma púnico y por lo tanto equivalente al epíteto o sobrenombre Cerauno, común entre muchos comandantes griegos contemporáneos.
Mantuvo su ejército intacto y encabezó una exitosa guerra de guerrillas contra los romanos en Sicilia.
Cuando la Guerra de los mercenarios estalló en 239 a. C., Amílcar fue llamado a mandar las fuerzas cartaginesas y fue fundamental en la conclusión del conflicto con éxito.
No obstante, a su llegada a la isla Amílcar se encuentra un territorio carente de un control real por parte de Cartago, siendo la Lilibea (actual Marsala) y Drepana (actual Trapani) las únicas dos ciudades bajo mando cartaginés.
Las consecuencias que trae este suceso para la causa cartaginesa es la pérdida del control marítimo de la costa siciliana.
[8] Por el Tratado de Lutacio del año 241 a. C. se pone fin a la Primera Guerra Púnica (264-261 a. C.).
Si bien Amílcar no llegó a recuperar ninguna de las ciudades perdidas ante Roma ni a ganar batallas relevantes, su actuación fue siempre digna y exitosa, causando numerosas bajas y provocando un elevado y continuo coste en recursos a los romanos..[14] La situación en Cartago tras la derrota era de profundo malestar, y las condiciones de la rendición ante Roma suponían una humillante sumisión al vencedor, aparte de un notable déficit económico tanto por las pérdidas sufridas como por los tributos a pagar al bando victorioso.
La desazón se hace especialmente ardua entre las tropas mercenarias que deseaban cobrar su paga –algunos no la cobraban desde mucho antes de acabar el conflicto-, aunque también entre los campesinos libios, así como los comerciantes que veían ahora cortadas las rutas comerciales y con ellas sus ingresos.
Con la metrópoli en jaque por las derrotas de las exiguas tropas cartaginesas al mando de Hannón, en una situación mucho más peligrosa y cercana al saqueo y a la destrucción que durante toda la primera guerra púnica, Amílcar resulta ser elegido como caudillo para sofocar tan peligrosa revuelta, en base al respeto y el temor que su imagen causaba entre los mercenarios, aparte del prestigio militar y la demostrada capacidad en el manejo de tropas labrados contra Roma.
Además, la historiografía española acredita a Amílcar Barca el mérito de “fundar España”, esto es, de ser la primera persona que ejerció un control efectivo sobre la práctica totalidad del territorio histórico español.