La victoria final del ejército de Cartago, dirigido por Amílcar Barca, no mejoró mucho la situación.Durante la primera guerra púnica, el general Amílcar Barca había resultado invicto en los combates contra los romanos, sometiendo la ciudad de Erice y el monte del mismo nombre, además de Ericté y Drépana.En ese entonces Cartago era una ciudad riquísima y poderosa, un núcleo clave del comercio mediterráneo con cien o doscientos millares de habitantes.En el tratado, el cónsul romano, Cayo Lutacio Cátulo, reconoció el derecho del cartaginés a retirarse sin hacer entrega de sus armas.De este modo, los mercenarios llegarían en grupos reducidos y se trataría el pago del salario con cada contingente en particular.Dos mercenarios, el libio Matón (Μαθως) y el campanio Spendios (Spendius), alzaron su voz por encima del resto, llevados por intereses particulares.Imponiendo su voluntad, los rebeldes apresaron a Giscón, apoderándose de los tesoros que traía consigo (240 a. C.).[12] Respaldados por un ejército de 70 000 africanos y 20 000 mercenarios, los generales rebeldes declararon formalmente la guerra a Cartago.[1][13] Pero modernas estimaciones rebajan la cifra a unos 40 000 combatientes reunidos por Matón y Spendios al inicio de la guerra.En su primera incursión, contando además con la ventaja moral del temor y respeto que inspiraba en sus enemigos, Amílcar rompió el cerco a Cartago y a Útica, que había sido recuperada tras la huida de Hannón.Amílcar conocía la geografía del terreno mejor que los extranjeros, pues había nacido en Cartago.Sin mencionar sus planes, abandonó la metrópoli al abrigo de la noche y cruzó por esa zona con su ejército.Cuando Spendios percibió el movimiento de Amílcar, abandonó el campamento junto al puente y atacó con 10 000 hombres.[19] El campamento junto al Bagradas fue desmantelado, y el sitio de Útica, acechado por Hannón, abandonado.Con las ciudades en su poder, los mercenarios se hicieron con el control de Cerdeña, enfrentándose a la población autóctona.Cuando esta información llegó a Cartago, los púnicos, horrorizados, enviaron misivas solicitando los cadáveres de su comitiva.Después de este acto, los prisioneros que caían en manos cartaginesas eran aplastados por elefantes o arrojados a las fieras en represalia.Amílcar llamó entonces a Hannón para combinar sus ejércitos y finalizar de forma rápida la guerra.Hostigándoles en campo abierto y erosionando su ejército con acciones puntuales de gran habilidad, Amílcar los condujo hacia el desfiladero conocido como la Sierra.Creyendo haber sido traicionados, los soldados atacaron entonces y fueron masacrados por el ejército de Amílcar.Se dice que murieron más de 40 000 (prácticamente la totalidad del ejército rebelde).La derrota de las tropas africanas hizo que muchas ciudades regresaran al bando cartaginés.Los rebeldes aun sumaban unos veinte millares, muchos de ellos armados con el bagaje capturado a Aníbal.Matón fue capturado vivo, y el resto de las ciudades que permanecían en el bando rebelde se rindieron a Cartago, Túnez incluida.Con el ejército rebelde aniquilado y sus principales líderes ajusticiados, las únicas dos ciudades que se oponían a Cartago eran Útica y Bizerta, que no podían esperar demostración de clemencia alguna por parte de los púnicos.Después de tres años y cuatro meses, la cruenta guerra civil había terminado.Sicilia está en manos extranjeras; la comunicación con Grecia y Macedonia (gracias a cuyo general Jantipo se salvó Cartago durante la primera guerra púnica) bloqueada.Su base demográfica se ve asimismo afectada, al haber participado en la guerra prácticamente todas las ciudades africanas.Amílcar, la figura que sale más fortalecida de la guerra, vuelve sus ojos hacia un nuevo territorio.Posteriormente, el jurista bizantino Juan Zonaras menciona brevemente el conflicto en su recopilatorio "Epitomé historion" (Ἐπιτομὴ ἱστοριῶν).