Batalla de Cannas

Tras la misma, Capua y varias otras ciudades Estado italianas abandonaron el bando de la República romana.

Atacados desde todos los flancos y sin vía de escape, el ejército romano fue destruido.

Poco después del comienzo de la segunda guerra púnica, el general cartaginés Aníbal Barca había logrado llegar a Italia cruzando los Alpes durante el invierno y había vencido rápidamente a los romanos en un enfrentamiento de menor importancia, en la batalla de Tesino, y dos grandes triunfos, en la batalla del Trebia y la del Lago Trasimeno.

Ante esta situación política, el Senado Romano no renovó los poderes dictatoriales a la finalización del mandato, y devolvió el mando del ejército a los cónsules Cneo Servilio Gémino y Marco Atilio Régulo.

Supuestamente, un oficial cartaginés llamado Gisgo hizo un comentario sobre el gran tamaño del ejército romano.

Esta victoria, aunque esencialmente se trató más de una escaramuza sin valor estratégico que de una verdadera victoria militar, disparó la confianza del ejército romano y es posible que la del propio cónsul Varrón.

Paulo, sin embargo, era contrario a proceder al enfrentamiento tal y como se estaba planteando.

Finalmente, Aníbal contaba con unos 8000 hostigadores compuestos por honderos baleares y lanceros de diversas nacionalidades.

La caballería pesada cartaginesa llevaba dos jabalinas y una espada curva, así como una fuerte armadura.

Por último, los hostigadores que actuaban como infantería ligera estaban armados con hondas o con lanzas y, de estos, los honderos baleares (famosos por su puntería con esa arma) llevaban hondas cortas, medias y largas, aunque no llevaban ningún equipamiento de carácter defensivo.

Los lanceros sí llevaban escudos, jabalinas, y posiblemente espada o, al menos, una lanza diseñada para ensartar a corta distancia.

Varrón sabía que la infantería romana había logrado romper el centro de la formación cartaginesa en la batalla del Trebia, y su intención era recrear esto a mayor escala.

Se suele pensar erróneamente que las tropas africanas de Aníbal estaban armadas con picas, teoría aportada por el historiador Peter Connolly.

Esta confusión fue también alimentada por el bombardeo con proyectiles que estaba recibiendo el ejército romano: este bombardeo, si bien solo producía heridas leves, hacía que los laterales del ejército romano tratasen de refugiarse acercándose al centro de la formación, lo cual provocó una situación en la que las tropas romanas estaban demasiado cercanas las unas a las otras como para poder utilizar con efectividad sus armas, incrementando el número de bajas.

[15]​ En cualquier caso, algunos historiadores han tachado a este relato de fantasioso, y comentan que la curvatura del ejército cartaginés se pudo deber, o bien por la curvatura natural que se produce cuando una línea de infantería avanza, o bien a la propia reacción del ejército cartaginés al enfrentarse al choque con el pesado centro de infantería romana.

En ese momento, una porción de la caballería se dividió del ala izquierda y dio un rodeo atravesando la retaguardia romana hacia el flanco derecho, en dónde atacó a la caballería romana de ese flanco desde la retaguardia.

Los cartagineses dispusieron una línea con unos 800 honderos baleares para intentar frenar el avance de las tropas romanas, pero no tuvo éxito.

Aníbal se colocó junto con sus hombres en el débil centro de la formación, y les hizo desplazarse en una retirada controlada.

En ese momento, la falange ibera avanzó hacia el cerco para atacar por los flancos a los romanos.

Los iberos que habían retrocedido, gracias a sus cortas pero mortales espadas hicieron una masacre entre las filas enemigas.

Tras esta batalla los romanos, impresionados por la eficacia de la espada ibera, adoptarían una similar para sus tropas (el conocido como gladius hispaniensis).

Fueron masacrados casi seiscientos legionarios por minuto hasta que la oscuridad trajo su fin al derramamiento de sangre.

[12]​ Entre los muertos, se encontraba el propio Lucio Emilio Paulo, así como los procónsules (excónsules Cneo Servilio Gémino y Marco Atilio Régulo), dos cuestores, veintinueve de los cuarenta y ocho tribunos militares (algunos con rango consular, como el antiguo Magister Equitum, Marco Minucio Rufo) y unos ochenta senadores u hombres con derecho a ser elegidos como tales por los cargos que antes habían desempeñado (en una época en la que el Senado romano estaba compuesto tan solo por unos 300 hombres, por lo que la cifra constituye entre un 25 y un 30 % del total).

Los mejores ejércitos de la península habían sido destruidos, los pocos supervivientes estaban absolutamente desmoralizados y el único cónsul con vida (Varrón), completamente desacreditado.

Polibio comenta: Durante ese mismo año, las ciudades griegas en Sicilia fueron incitadas a rebelarse contra el control político de Roma, mientras que el rey macedonio Filipo V declaró su lealtad a Aníbal, iniciando con ello la primera guerra macedónica contra Roma.

Se dice que cuando Aníbal rechazó esa vía de actuación Maharbal exclamó: «Verdaderamente, los dioses no han querido dar todas las virtudes a la misma persona.

Durante la batalla, los romanos asumieron una formación clásica muy parecida a la de la falange griega, lo que facilitó su derrota en la trampa diseñada por Aníbal.

En los años que siguieron a Cannas, se fueron introduciendo una serie de reformas para paliar estas deficiencias.

Tras la debacle de Cannas, el ejército fue evolucionando gradualmente para terminar convirtiéndose en una fuerza profesional: el núcleo del ejército de Escipión que luchó en la batalla de Zama estaba compuesto por veteranos que se habían enfrentado a los cartagineses en Hispania durante casi dieciséis años, durante los cuales se había ido moldeando para crear una gran fuerza militar.

La noción de que un ejército entero pudiera ser rodeado y aniquilado de un solo golpe fascinaría durante siglos a los generales occidentales, que intentaron emular el paradigma táctico del movimiento envolvente para recrear su propio «Cannas».

Estatua de Aníbal Barca, según representación de François Girardon en 1704, situado en el Patio Puget del Louvre . Aníbal se representa contando los anillos romanos tomados en la batalla de Cannas, el 216 a. C.
Despliegue inicial y ataque romano (en rojo).
Esquema clásico de despliegue de la legión manipular.
Destrucción del ejército romano.
La muerte de Lucio Emilio Paulo en Cannas , según un cuadro de John Trumbull (1773).
Monumento moderno ubicado en el lugar en que se libró la batalla de Cannas.