En este asalto fallido, Escipión perdió un tiempo muy valioso, permitiendo que Asdrúbal reuniera un nuevo ejército y avanzara de nuevo contra los romanos, esta vez ayudado por su yerno Sifax, rey de Numidia.
Estas se basaban en que tanto Roma como Cartago retirarían sus tropas de África e Italia respectivamente.
Primero empleó las negociaciones para intentar convencer a los númidas que se pasaran al bando romano.
Cuando vio que estos intentos no darían resultado, Escipión siguió enviando mensajeros escogidos al campamento numida con dos intenciones: primero, hacer creer al enemigo que estaba ansioso por firmar la paz, y segundo permitir que sus mensajeros tomaran buena nota de la posición y organización del campamento enemigo.
Sus mensajeros así le informaron que el campamento númida estaba mayoritariamente formado por pequeñas cabañas hechas de madera, hojarasca y otros materiales altamente inflamables.
Las llamas que comenzaron primero a las pequeñas cabañas se extendió rápidamente y con violencia por todo el campamento.
Escipión aprovechó este momento de confusión para atacar con su mitad del ejército y los aniquiló.
Los cartagineses sufrieron una trágica derrota y perdieron virtualmente todas sus tropas de infantería en África.