Batalla de Maratón

[8]​ Otros especialistas argumentan que sí existían unas causas remotas y profundas, pese a que la autoridad persa en las polis griegas de Asia Menor no era muy opresiva, la única condición impuesta por Darío, la obediencia a un poder de naturaleza autocrática, era innegociable para los griegos.

Hay alusiones en las obras de Plutarco, como la ya mencionada, Ctesias, Esquilo,[14]​ e incluso Cornelio Nepote.

Empezó con la conquista de Macedonia y obligó a Alejandro I a abandonar su reino, mientras que en el camino al sur, hacia las ciudades estado griegas, la flota persa fue diezmada por una tormenta al costear el promontorio del monte Athos, perdiendo 300 naves y 20 000 hombres.

Es posible que Atenas tuviera un pacto previo de ayuda militar mutua (epimaquia), y por consiguiente despachara a dicho mensajero.

[50]​ Pero la ciudad laconia celebraba la Carneas, fiestas que implicaban una tregua militar hasta el plenilunio siguiente.

[66]​ Las tropas atenienses estaban dirigidas por diez stratogoi —uno por cada tribu— bajo la autoridad militar y religiosa de un polemarca, Calímaco.

No obstante, parece que cada vez, los estrategos confiaban el mando a uno solo de ellos, entre quienes se contaba Milcíades.

[67]​ Este general conocía la debilidad del ejército aqueménida por haber luchado con ellos durante la campaña de Darío contra los escitas.

Las estimaciones para la caballería están generalmente en el rango de 1000 a 3000,[75]​ aunque, como se señala posteriormente Cornelio Nepote la cifra en 10 000.

Platón [79]​ y Lisias [80]​ facilitan la cifra de hasta 500 000 hombres, mientras que Marco Juniano Justino la sube a 600 000 soldados.

Si fueran atacados por atrás, se dividirían las fuerzas, mientras que cualquier ataque contra ella no encontraría resistencia.

Los atenienses debían bloquear a los persas en la playa de Maratón, impidiendo que escaparan y evitar ser desbordados por los flancos.

[94]​[96]​ Esta hipótesis parece contradecir la versión de Heródoto, según la cual, Milcíades deseaba atacar tan pronto como fuera posible.

[95]​ Era imperativo, por una parte, proceder al despliegue del frente en orden de combate, y por otra parte, que las falanges laterales fueran más fuertes para hacer recular las alas enemigas y así con movimiento de pinza envolver el centro del ejército persa donde se hallaban las mejores tropas.

Según Everett l. Wheeler, quizás constituya una indicación de que ésta era considerada consustancial al cargo del arconte polemarco como comandante en jefe.

Según Heródoto,[97]​ Milcíades, apoyado por Calímaco, consiguió que los otros estrategos decidieran presentar batalla a los persas.

Es probable que un cambio en el equilibrio de fuerzas les empujara a pasar al ataque.

El cambio pudo deberse al reembarco de la caballería persa desapareciendo así su principal ventaja.

[113]​ Pero, en cuyo caso, ¿Por qué los persas pasaron al ataque después de haber esperado varios días?

La carrera sería una marcha, en filas cerradas, cuya aceleración devino en una carga en los últimos 100 metros, para llegar con plena velocidad hasta el enemigo.

[118]​ Según Heródoto, los persas se quedaron sorprendidos, porque dicha carga rayaba en la locura, dado que no tenían caballería o arqueros.

Los persas estaban habituados a que sus adversarios griegos les tuvieran miedo y huyeran en lugar de avanzar.

[128]​ La flota persa necesitaba una decena de horas para poder doblar el cabo Sunio y arribar a Falero.

Con una marcha forzada de siete u ocho horas,[129]​ con una batalla a las espaldas, los hoplitas griegos llegaron justo antes que las escuadras navales enemigas.

La señal convenida, fuera quien fuese la facción filopersa encargada de ello, sería dada cuando estuvieran prestos a actuar los partidarios intramuros.

[153]​ Pausanias y otros autores antiguos mencionan que en Maratón fue erigido un trofeo por los atenienses después de la batalla.

Revestía el aspecto del simple armazón cruciforme, adornado con armas, bajo las que se presentaba ordinariamente un trofeo.

[158]​[159]​ La batalla de Maratón se convirtió en un símbolo para los griegos y confirió un gran prestigio a Atenas.

[144]​ Para Olmstead, «la campaña contra Grecia tenía un objetivo concreto: conseguir que las dos orillas del Egeo estuviesen en manos aqueménidas, ya que el Imperio aqueménida era un poder europeo por su dominio sobre Tracia y la dependencia implícita de Macedonia; el pequeño fracaso sufrido en Maratón fue un capÍtulo marginal en la política persa».

La otra hazaña fue la de Filípides que recorrió 240 kilómetros para avisar a los espartanos del desembarco persa en Maratón.

Playas de Maratón (actualmente)
Mapa de las regiones en la antigüedad; en oscuro, la región donde se desató la revuelta.
Mapa de la campaña militar persa.
Casco de Milcíades, considerado héroe de la batalla de Maratón. Este casco, grabado con el nombre de ΜΙΛΤΙΑΔΗΣ, fue ofrecido al Templo de Zeus de Olimpia por Milcíades para consagrar la victoria de Maratón.
Representación de la batalla por John Steeple Davis,1900.
Recreación de la falange griega. Los hoplitas no fueron equipados uniformemente, pues podían comprar su propio equipo y adornarlo a su criterio.
Friso de los arqueros, procedente del palacio de Darío I , en Susa ( Museo del Louvre , París ).
Las posiciones iniciales de las tropas antes del combate. Los griegos (azules) levantaron sus alas para alentar las esquinas de su centro perceptiblemente más pequeño en una forma de C. La flota persa (en color rojo) estaba anclada en el este, y su ejército estaba formado en línea recta. Esa gran distancia de los barcos desempeñó un papel fundamental en la fases posteriores de la batalla.
Las alas de los griegos (en azul) envuelven los flancos persas (en rojo) mientras que su centro realiza un ataque en retroceso que llena el vacío dejado por los griegos.
Túmulo de los atenienses, Maratón, 2022
Dibujo moderno de la batalla de Maratón, según se mostraba en la Stoa Poikile , con los dioses griegos representados en la parte superior, y los combatientes griegos y persas en la inferior.
Dedicatoria de una columna por parte de Calímaco , el polemarca del ejército ateniense , 490 a. C. ( IG I² 609).
Pintura de la llegada de Fidípides a Atenas, por Luc-Olivier Merson , 1869.
Monumento a la batalla en el lugar en que se libró.