Ejército ateniense

Todos los ciudadanos en buena forma física, eran responsables del servicio militar de los 18 hasta los 60 años.

Los guerreros cumplían su papel desde los 18 hasta los 60 años La organización del ejército ateniense era muy sencilla: cada una de las diez tribus áticas[4]​ enviaba su propio batallón especial o "taxis", que era grande o pequeño en función del tamaño total de la leva.

Los diez strategoi teóricamente comandaban todo el ejército juntos, pero como la amarga experiencia enseñaba que de cada diez generales por lo general nueve eran demasiados, un decreto especial del pueblo a menudo confiaba el mando supremo de una fuerza a un comandante, o a no más de tres.

Actuaban como escaramuzadores antes de la batalla decisiva, y mientras los hoplitas se encontraban cara a cara con el enemigo, ellos hostigaban a los que podían, y hacían de guardia en el campamento.

Cuando la lucha se llevaba a cabo hacían todo lo posible para cubrir la retirada, o masacraban al enemigo lanzando sus proyectiles si sus propios hoplitas salían victoriosos.

La panoplia del hoplita era demasiado cara para dar a entender que su propietario era por lo menos un hombre de grandes recursos.

Para poder marchar, maniobrar y luchar con eficacia con esta armadura implicaba que el soldado ateniense era un atleta bien entrenado.

El casco era normalmente de bronce, era demasiado corta al frente para que se viera el rostro, pero a veces una persona prudente podía tener protectores móviles (que se podían girar hacia arriba y hacia abajo) para proteger las mejillas.

Cuando tenían que ser colocadas se sujetaban a las rodillas y los tobillos correas de cuero.

Se encontraban dentro dos asas para que pueda ser manejado cómodamente con el brazo izquierdo.

La espada (Xifos) era reservada generalmente como un arma secundaria en caso de que la lanza se rompiera.

El jinete ateniense iba armado con dos lanzas y una espada, por lo general curvada como un sable (kopis).

Los jinetes compartían cierta tendencia laconizante y se dejaban crecer el pelo igual que los espartanos.

Sin embargo, los soldados más veteranos todavía creían que el soldado de infantería pesada era mejor, y la columna vertebral de casi todos los ejércitos griegos seguía siendo el hoplita.

En total, el bloque, equivalente a nuestros actuales batallones, estaba formado por 256 hombres.

Cada división de la falange tenía un jefe: “diloquita”, “tetrarca”, “sintagmatarca”, “pentacosiarca”, “quiliarca”, “merarca” y “falangarca”.

No existía nada más alejado al modelo homérico de combatiente que el hoplita.

Si Homero había exaltado al héroe aislado que lucha en solitario y vence o muere, la falange hoplítica es una tarea colectiva.

Sin embargo, incluso una falange de profundidades reducidas resultaba imparable contra la infantería persa con armas ligeras.

Los atenienses avanzaron de ambos lados retrasando el centro para formar las alas de ataque que, aunque con menos tropas, tendrían el espacio para enfrentar al ejército persa.

Tampoco las filas laterales se rompieron puesto que las muertes totales fueron bajas, y la mayoría fueron sostenidas durante la fase pasada de la batalla.

Hizo cambios en el equipo tradicional de los hoplitas para darles más oportunidades cuando estaban en combate con un peltasta.

Estos cambios crearon la panoplia del hoplita mucho más ligera, aunque tuviese menos protección, algo que se solucionó con lanzas aumentadas de tamaño para no ser atacados antes por los hoplitas, con sus lanzas tradicionales.

Para acortar los periodos de asedio y reducir a los sitiados por la sed, los asaltantes no dudaban en interceptar las aguas, procedimiento que, sin embargo, lo prohibía la anfictionía délfica.

[15]​ Por otra parte, inició importantes obras en El Pireo, que sustituyó como puerto a la ensenada de Falero.

Los strategoi designaban cada año a los trierarcas entre los ciudadanos capaces de soportar esta costosa carga, y no entre los mejores marinos, pues aunque el Estado aportaba el casco y, tal vez, los aparejos del navío, así como la tripulación, el trierarca debía realizar grandes gastos: debía instalar los aparejos por su propia cuenta, completarlos si era necesario y velar por su mantenimiento, así como realizar las reparaciones necesarias durante la campaña.

En el siglo IV a. C. la situación económica aún se agravó más y se ideó el sistema de simmorías para repartir con más equidad este oneroso servicio público.

Los atenienses lo dominaban, del mismo modo que los espartanos no tenían rival en las maniobras de los hoplitas.

Para realizar en el mar semejantes maniobras de precisión, era necesario tener tripulaciones muy bien entrenadas.

En este texto se ve lo cerca de la costa que solían navegar las flotas griegas, pues los marineros comían en tierra con bastante frecuencia.

Imperio ateniense hacia el 450 a. C.
Hoplita griego
Vasija griega datada del año 550 a. C., mostrando escudos griegos
Jinetes del friso del Partenón.
Falange combatiendo
Modelo de trirreme.
La estrategia de Formión: Los atenienses (en rojo) navegan alrededor de los rodeados peloponesios (en negro). Los atenienses se arriesgan a un ataque repentino al exponer sus flancos al enemigo, pero al comprimir el círculo de barcos peloponesios, causan confusión entre las tripulaciones inexpertas.