Durante este periodo el ejército romano se enfrentó principalmente a adversarios locales en campañas estacionales.
Las amenazas estratégicas de la época eran en general menos serias en este periodo, y el énfasis se puso en la preservación del territorio ganado.
En la fase final del ejército romano, el servicio militar continuó siendo asalariado y profesional para las tropas regulares.
La caballería (en latín, celeres), era mucho menos numerosa, y seguramente compuesta por los nobles adinerados de la ciudad.
[8][9] Como tantos otros pueblos de la región, los romanos guerrearon con los etruscos para conservar su independencia y fueron derrotados.
A finales de siglo los etruscos conquistaron Roma, estableciendo una dictadura militar o un reino en la ciudad.
Adicionalmente, los registros y documentos que pudieran ser redactados por los romanos a lo largo de esa época fueron destruidos cuando la ciudad fue saqueada por los galos, por lo que las fuentes no pueden ser tan fiables en este periodo como lo son en la historia militar posterior a la primera guerra púnica.
Por último, los ciudadanos de la quinta clase eran demasiado pobres para permitirse mucho equipamiento, por lo que iban armados como hostigadores, con hondas y piedras.
Se colocaban a modo de pantalla por delante del ejército principal, cubriendo su aproximación y ocultando sus maniobras.
[14][10] Sin embargo, en las situaciones más complicadas incluso esta clase, los proletarii, eran llamados al servicio,[19] aunque su valor militar era probablemente muy cuestionable.
Una vez completada, esta flota pudo llegar a albergar hasta 100 000 marineros y tropas embarcadas para la batalla.
Esto, en parte, tuvo lugar porque la pacificación del mar Mediterráneo hizo que no fuera necesario llevar a cabo una política militarista naval, y en parte también se produjo porque los romanos eligieron confiar en este periodo en las naves que aportaban las ciudades griegas, cuyos habitantes tenían una mayor experiencia marítima.
[39] Los equites y la infantería más ligera, como los velites, fueron reemplazados por tropas auxiliares (en latín, auxilia) compuestas por mercenarios o soldados que no eran ciudadanos romanos.
[44] Una consecuencia desestabilizadora de este desarrollo fue que el proletariado «adquirió una posición más fuerte y elevada»[43] dentro del Estado.
Sin embargo, esta profesionalización del ejército era absolutamente necesaria si se quería poder establecer guarniciones permanentes en territorios recién adquiridos y tan distantes como Hispania, lo cual no era posible bajo las anteriores milicias estacionales de ciudadanos.
[45] En cualquier caso, no se conoce ninguna distinción en cuanto a la paga básica, la disciplina o el equipamiento entre estos dos tipos de legión.
[46] La cohorte era mucho más grande que el anterior manípulo, y estaba dividida en seis centurias de 80 hombres cada una.
Las unidades auxiliares originalmente eran dirigidas por sus propios jefes y, en este periodo, su organización interna dependía de sus comandantes.
Por último, durante la guerra civil posterior, se llegaron a construir o transformar para el uso militar desde las ciudades griegas un número cercano al millar de naves.
Los auxilia fueron reorganizados, y un número de tropas aliadas fueron formalizadas en unidades permanentes similares a las legiones.
[67] Por el contrario, aquellos que servían como auxilia durante este periodo a menudo buscaban romanizarse ellos mismos.
[68] Como con el ejército, en la armada también se reclutaron muchos no italianos, en parte porque los romanos nunca habían estado muy preparados para la vida marítima.
Posiblemente entre las que se quedaban en la zona estaban los soldados heridos y aquellos otros próximos a su jubilación.
[86] En cualquier caso, las legiones todavía suponían alrededor de la mitad del ejército romano en esta época.
[91] Además, durante esta época, grupos cada vez más grandes de barbari comenzaron también a asentarse en los territorios romanos.
[111] Su armamento más ligero podría haber sido porque «no hubieran consentido acarrear tanto peso de armadura como los antiguos legionarios»[116] o, como ocurrió al menos en un evento registrado, porque les fuere prohibido por su general el llevar armaduras más pesadas para con ello incrementar su movilidad.
[117] Las legiones del siglo IV tenían en ocasiones solamente un sexto del tamaño original de las legiones imperiales, e iban armadas con una combinación de lanzas, arcos, hondas, dardos y espadas,[114][117] reflejando un mayor énfasis contemporáneo en la lucha a distancia.
[15] Como alternativa, el incremento de impuestos internos se utilizaba cada vez en mayor medida para pagar a los reclutas bárbaros, cuyo número iba en aumento.
Las graves pérdidas que sufrió el ejército romano durante la batalla causaron, irónicamente, que el imperio romano se viese obligado a apoyarse todavía más en las tropas de foederati como apoyo a las suyas propias.
En 476 estos ejércitos terminarían destronando a Rómulo Augusto, el último emperador del Imperio Romano de Occidente.