Alrededor de 390 a. C., varias tribus galas habían empezado a invadir Italia desde el norte al ir expandiéndose su cultura por toda Europa.
Los habitantes de Clusium, abrumados por el tamaño del enemigo en número y ferocidad, pidieron ayuda a Roma.
[89] Dominando efectivamente la península itálica [90] y con una demostrada reputación militar internacional,[91] Roma empezó a mirar hacia afuera para expandirse más allá del suelo italiano.
Como los Alpes formaban una barrera natural al norte y Roma no tenía interés en enfrentarse de nuevo a los fieros galos en batalla, la mirada de la ciudad se volvió hacia Sicilia y las islas del Mediterráneo, una política que los llevaría al conflicto directo con su anterior aliado, Cartago.
En solo cuatro años, un estado sin ninguna experiencia naval había conseguido superar en batalla a una potencia marítima importante.
[131] Tras la primera guerra púnica, los romanos volcaron su actividad militar en intentar erradicar la piratería que asolaba el mar Adriático.
El conflicto de Roma con los cartagineses en las guerras púnicas les llevó a expandirse por la península ibérica, las actuales España y Portugal.
[137] En 144 a. C., el general Quinto Fabio Máximo Emiliano hizo una exitosa campaña contra los lusitanos, pero fracasó en sus intentos de arrestar a Viriato.
[146] En la primera guerra macedónica, Roma solo se implicó directamente en algunas operaciones terrestres, y cuando los etolios pidieron la paz con Filipo, la pequeña fuerza expedicionaria romana, sin más aliados en Grecia, pero habiendo conseguido su objetivo de mantener ocupado a Filipo y evitar que ayudara a Aníbal, estaba lista para firmar la paz.
[147] En 200 a. C., Macedonia empezó a ocupar territorio reclamado por varias ciudades estado griegas, y estas solicitaron ayuda de su nuevo aliado, Roma.
Sin embargo, como con casi todos estos atrevimientos de la época, Roma respondió simplemente enviando otro ejército.
Jugurta sobornó imprudentemente a los romanos para que aceptaran su usurpación[171][172][173] y se le concedió la mitad del reino.
Este patrón no cambió hasta que Octavio (más tarde César Augusto) terminó con él al convertirse en un serio oponente a la autoridad del Senado y ser nombrado princeps («emperador»).
[201][203] Supuestamente a Pompeyo le llevó sólo cuarenta días despejar de piratas la parte oeste del mar,[204][207] y restaurar la comunicación entre España, África e Italia.
En 59 a. C. se formó una alianza política no oficial, conocida como primer triunvirato, entre Cayo Julio César, Marco Licinio Craso y Cneo Pompeyo Magno para compartir poder e influencia.
Antonio fue denunciado como enemigo del pueblo y se le confió a Octavio el mando para hacerle la guerra.
El ambicioso Octavio construyó una base de poder y luego lanzó una campaña contra Marco Antonio.
[268] Tras un levantamiento generalizado [269][270] en el que los británicos saquearon Camulodunum,[271] Verulamium[272] y Londinium,[272][273] los romanos aplastaron la rebelión en la batalla de Watling Street[274][275] y continuaron su ofensiva hacia al norte llegando a alcanzar el centro de Escocia en la batalla del Monte Graupio.
Con Nerón, los romanos lucharon una campaña entre 55 y 63 contra el Imperio parto, que había invadido Armenia de nuevo.
[299][301] Otón abandonó Roma el 14 de marzo y marchó al norte hacia Placentia para enfrentarse a su opositor.
Sin embargo, pronto surgieron disputas entre las distintas tribus, haciendo imposible la cooperación; Vespasiano, tras haber terminado exitosamente con la guerra civil, le pidió a Civilis que depusiera las armas y, tras su negativa, se enfrentó a él en batalla, venciéndole[285] en la batalla de Augusta Treverorum.
En los años que siguieron a esta batalla, los romanos estuvieron divididos por una guerra civil y por tanto no fueron capaces de hacer una campaña contra Partia.
[331] Los godos siguieron siendo una importante amenaza para el Imperio, pero dirigieron sus ataques lejos de Italia durante varios años tras su derrota.
[339] Al comienzo del siglo V, la presión sobre las fronteras occidentales de Roma se hacía cada vez más intensa.
[346] Sus asesinos trabajaban en nombre del ejército, que estaba descontento con su paga, colocando en su lugar a Maximino el Tracio.
El ejército permaneció en esta tesitura hasta 273, cuando Aureliano venció al usurpador gálico Tétrico en la batalla de Chalons.
La década siguiente presenció un número de usurpadores casi increíble, a veces tres al mismo tiempo, todos luchando por el trono imperial.
[359] Sin embargo, militarmente el imperio cayó, en primer lugar, tras ser invadido por varios pueblos no romanos y, luego, después de que su núcleo italiano fuera tomado por tropas germánicas sublevadas.
Sin embargo, su identidad ya no era romana —estaba cada vez más poblado y gobernado por pueblos germánicos desde mucho antes de 476—.
[370] Este clima propició que, a pesar del revés sufrido anteriormente, regresara Alarico en 410 y consiguiera saquear Roma.