El fracaso en esta estrategia llevó a un tercer asedio y al saqueo final de la misma.
[6] Ante esta situación, Alarico juzgó que tanto él como sus seguidores se enfrentaban a un futuro incierto dentro del Imperio oriental.
[4] Su reacción fue buscar un lugar para su pueblo dentro de la mitad occidental y para ello invadió Italia en el año 401.
[16] Al nuevo gobierno se le presentaron dos desafíos principales: controlar la diócesis de África para asegurar el suministro de cereales a la ciudad y deponer a Honorio quien se mantenía con su gobierno en Rávena.
[19] Alarico se desplazó allí con un grupo de guerreros y esperó la llegada del emperador.
Por ello, y viendo que el ejército visigodo se dirigía a la ciudad, cerraron las puertas de la misma.
Por tercera vez en dos años quedó bajo asedio aunque ahora sus posibilidades de resistir eran nulas.
[21] A los pocos días, el 24 de agosto del 410, la puerta Salaria se abrió desde dentro y los visigodos entraron en la ciudad.
[22] La otra, indica que una prestigiosa dama romana —Anicia Faltonia Proba viuda de Sexto Petronio Probo— ordenó a sus sirvientes que lo hiciesen para ahorrar, así, el sufrimiento de un largo asedio a la población.
Estos se produjeron en la zona de la puerta Salaria, y el barrio del Aventino.
Durante el tiempo en que los visigodos permanecieron dentro de la ciudad no hubo ninguna matanza generalizada aunque las víctimas mortales entre la población fueron numerosas y se contaron por cientos.
[11] Durante dos años en Italia, los visigodos habían utilizado el asedio de la ciudad como medio para obtener un estatus legal y un territorio propio dentro del Imperio.
En ambos casos podrían haber tomado la ciudad si hubieran querido pero, entonces, habría perdido su valor como moneda de cambio.
[11] El líder debía dar una recompensa a sus seguidores por los dos años que le habían seguido fielmente y mantener, así, la cohesión de un grupo tan heterogéneo (sus seguidores originales, los de Ataúlfo, los godos llegados con Radagaiso y los esclavos romanos liberados) y esta no fue otra que el saqueo ordenado de la ciudad durante tres días.
[11] Alarico sabía que aunque se apropiase por la fuerza de un territorio dentro Italia o Dalmacia, tarde o temprano el Imperio recuperaría su estabilidad y fuerza militar que emplearía para destruirlos.
No habían sabido designar a un sustituto adecuado y sus sucesores al frente del ejército (Varanes, Turpilio, Alóbico y Valente) no fueron capaces de organizar una respuesta al desafío visigodo.