Tercera guerra púnica

Por lo cual a partir de dicho momento siempre terminaba sus discursos con la frase ceterum censeo Carthaginem esse delendam (Además opino que Cartago debe ser destruida).

Otro factor fue sin duda la explosión demográfica sufrida en ese momento por la población romana, lo cual ejerció una fuerte presión para conseguir nuevas fuentes de alimentación, como las fértiles tierras del actual Túnez.

[10]​ Pero cuando se dio como nueva exigencia el traslado de la ciudad fenicia a 15,4 km (80 estadios) tierra adentro y la destrucción de sus antigua localización los cartagineses se negaron, ya que significaba perder su dominio marítimo y comercial junto con su identidad cultural, con lo que dio comienzo al asedio.

Gracias a esto, los cartagineses pudieron prepararse para resistir el sitio, fabricando armas día y noche, construyendo máquinas de guerra (cuyas cuerdas se prepararon con cabellos donados por las mujeres) reforzando las murallas de la ciudad y amontonando provisiones en enorme cantidad.

[10]​ Los primeros dos años de guerra, a los romanos les resultó imposible tomar Cartago, pues contaba con enormes recursos, sólidas fortificaciones y un gran ejército que impedía su aislamiento total, continuando esta su actividad comercial por vía marítima.

Finalmente entre los dirigentes romanos, molestos por la duración del asedio decidieron nombrar al nieto adoptivo de Escipión el Africano, Publio Cornelio Escipión Emiliano, cónsul y comandante supremo del ejército romano en África, en el año 147 a. C. Su capacidad quedó demostrada cuando resolvió el problema en la sucesión de Masinisa, dividiendo el poder entre sus tres herederos.

Cuando Escipión Emiliano tomó el mando expulsó a los civiles del campamento romano, como las prostitutas y comerciantes, imponiendo de nuevo una dura disciplina.

Durante seis días con sus noches los romanos y los cartagineses entablaron una gran batalla urbana, cuyo resultado iba favoreciendo a los primeros.

Una vez esto ocurrió, el flemático Escipión Emiliano comenzó a llorar, y gritó en griego una frase de la Ilíada (libro IV): «Llegará un día en que Ilión, la ciudad santa, perecerá, en que perecerán Príamo y su pueblo, hábil en el manejo de la lanza».

[10]​ Los supervivientes fueron todos reducidos a la esclavitud y la ciudad fue totalmente saqueada tras su toma;[11]​ sin embargo, la mayor parte se conservaba aún en pie.

Por tanto, la historia oficial afirma que Escipión ordenó a las legiones destruir totalmente la ciudad hasta los cimientos.

Las demás ciudades del norte de África que apoyaron a Cartago en todo momento corrieron la misma suerte.

Las que se rindieron desde el comienzo de la guerra, como Útica, fueron declaradas libres y conservaron sus territorios.

Ruinas de Cartago.