El tinte, muy resistente a la decoloración, era un artículo comercial de lujo, muy preciado por los romanos, quienes lo usaban para teñir túnicas ceremoniales.
Esto producía un hedor insoportable, el cual de hecho era mencionado por los antiguos autores.
El lexicógrafo griego Julio Pólux, que vivió en el siglo II a. C., afirmaba que el tinte púrpura fue descubierto por Heracles, o mejor dicho, por su perro, cuya boca se tiñó de púrpura al masticar caracoles a lo largo de la costa del Levante.
El principal componente químico del colorante tirio fue descubierto en 1909 por Paul Friedländer, siendo el 6,6′-dibromoíndigo, una sustancia que había sido sintetizada previamente en 1903.
La muestra de la derecha es equiparable a la coloración del pigmento púrpura dibromoíndigo.