[16] Existen otras historias posteriores de la guerra, pero en forma fragmentaria o resumida,[4][17] y generalmente cubren las operaciones militares en tierra con más detalle que en el mar.
[22] Cartago era una potencia marítima bien establecida en el Mediterráneo occidental; Roma había unificado recientemente la Italia continental al sur del río Arno bajo su control.
El experto en galeras John Coates sugiere que estos barcos podían navegar a una velocidad de siete nudos (13 km/h) durante períodos prolongados.
[18] Las embarcaciones se construyeron como catafractos, o barcos «protegidos», es decir, con una cubierta completa, para poder transportar mejor a los infantes de marina y a las catapultas;[30][31] también tenían unas estructuras anexas al casco principal en las que se disponían los remeros.
[33] En 260 a. C. los romanos se propusieron construir una flota y utilizaron un quinquerreme cartaginés naufragado como modelo para el suyo.
[52] Estos aumentaron a la flota cartaginesa hasta 350 barcos, casi todos quinquerremes, comandados por Hannón, que había sido derrotado en Agrigento seis años antes, y Amílcar, el vencedor de la batalla de Thermae —no confundir con Amílcar Barca—.
[55] Los dos cónsules del año, Marco Atilio Régulo y Lucio Manlio Vulsón Longo, recibieron el mando de la flota, cada uno navegó en un hexareme, siendo los únicos barcos más grandes que participaron en la batalla.
[38][56][57] En total, la flota romana tenía 140 000 hombres a bordo: remeros, otra tripulación, infantes de marina y soldados.
[62] Sin embargo, esto no es compatible con Polibio, o cualquier otra fuente primaria, por lo que es una convención moderna.
[63] El historiador medieval Juan Zonaras cita a Dion Casio para ubicar la batalla inmediatamente al este de Heraclea Minoa.
[63] La flota romana se desplegó en cuatro escuadras de tamaño desigual y perlongó la costa siciliana en formación compacta.
La tercera escuadra (III) marchaba detrás: era la que remolcaba los transportes y la cuarta (IV) avanzaba desplegada en línea, protegiendo la retaguardia de la formación.
Los cartagineses navegaron hacia el este: esperaban encontrar a la flota romana, y posiblemente pequeños barcos exploradores advirtieron de su aproximación.
[64] Estaban organizados en tres escuadras de tamaño desigual, dispuestas en una sola línea al frente con su flanco izquierdo en dirección a tierra (1).
La tercera escuadra cartaginesa, mandada por Hannón y que estaba compuesta por los barcos cartagineses más rápidos y maniobrables, atacó a la escuadra que cubría la retaguardia de la formación enemiga, cuya derrota estorbaban los transportes ya a la deriva.
La escuadra romana más atrasada también fue vencida por la tercera de los cartagineses: aunque presentó una denodada resistencia, su situación se volvió desesperada.
Régulo se acercó a los cartagineses desde su lado desprotegido, amenazándolos así con atraparlos entre sus naves y las de la cuarta escuadra romana contra las que ya combatían, pero Hannón se retiró con algunos de los barcos, que pudieron zafarse del combate.
[71] Régulo acudió entonces para reforzar la acometida de Vulsón contra la primera escuadra enemiga, la única que seguía luchando.
Fue entonces cuando los cartagineses sufrieron las mayores pérdidas; cincuenta de sus barcos, atrapados contra la costa y muy superados en número, se rindieron.
La flota cartaginesa volvió a África, donde se preparó para luchar de nuevo, pero se encontraba al oeste del cabo Bon cuando el ejército romano al mando de Régulo desembarcó junto a Aspis —actual Kélibia—, que sitió.
[75] Amílcar y cinco mil quinientos soldados cartagineses regresaron de Sicilia para reforzar el ejército en África.
[77] Los romanos enviaron una flota para evacuar a los supervivientes y los cartagineses intentaron evitarlo, pero sufrieron una grave derrota en la batalla del cabo Hermeo, en la que el enemigo les arrebató ciento catorce barcos.
[48] La flota romana, a su vez, fue destruida por una tormenta mientras regresaba a Italia, en la que perdieron 384 barcos y 100 000 hombres,[48][49] porque, posiblemente, la presencia del corvus hiciera menos marineros los barcos romanos y no existe constancia de que hayan sido utilizados después de este desastre.