Sus primera operaciones fueron victoriosas y aunque la flota cartaginesa fue derrotada en la batalla de Milas por el cónsul romano Cayo Duilio en 260 a. C., Amílcar mantuvo la superioridad de sus fuerzas en tierra.
Enterado de que los romanos habían acampado en Terma, alejados del campamento de los legionarios, atacó repentinamente y mató a 4000 romanos, entonces atravesó la isla y llegó hasta Enna y hasta Camarina, ciudades que ocupó sin lucha ya que los habitantes se rindieron, también fortificó Drépano que se convirtió en una de las principales fortalezas cartaginesas al final de la guerra.
El 257 a. C. dirigió la flota en la costa norte de Sicilia y luchó en la batalla de Tíndaris contra el cónsul Cayo Atilio Régulo Serrano, en una batalla que según Polibio no tuvo un ganador claro (sin embargo, el cónsul romano obtuvo por esta batalla los honores del triunfo en Roma).
Aunque Amílcar, que mandaba el ala izquierda, obtuvo una leve ventaja, el desenlace de la batalla fue una gran victoria para los romanos; 30 barcos cartagineses fueron hundidos o destruidos y 64 capturados; Amílcar se retiró con el resto de la flota hacia Heraclea Minoa y muy poco después recibió órdenes de volver a Cartago amenazada por los romanos que habían conseguido desembarcar.
Orosio habla de un Amílcar, probablemente el mismo, que muy poco después de la batalla de Adís fue enviado a combatir a los sublevados númidas; Floro por su parte dice que los generales cartagineses murieron o fueron hechos prisioneros así que el Amílcar mencionado por Orosio podría ser un personaje diferente.