[2] Sin embargo, en las fronteras del Imperio, en las nuevas conquistas o, cada vez más, en la defensa contra las invasiones bárbaras, las flotas romanas estuvieron plenamente implicadas.
En las sucesivas oleadas de los pueblos bárbaros contra las fronteras del Imperio la armada solo pudo desempeñar un papel secundario.
Durante la primera guerra púnica (264 a. C.-241 a. C.), los cartagineses, una potencia basada en el comercio marítimo, dominaban el Mediterráneo occidental y explotaban este potencial en sus luchas contra la República romana.
Aunque la primera acción llevada a cabo en el mar, la batalla de las Islas Lípari en el 260 a. C., terminó en una derrota para Roma, las fuerzas implicadas eran relativamente pequeñas.
La neófita marina romana logró su primera victoria naval importante (triumphus navalis) más adelante ese mismo año en la batalla de Milas.
Esto hizo que Aníbal, el gran general cartaginés, cambiara de estrategia, llevando la guerra a la península itálica.
Mientras en la República romana se desataba la guerra civil, los diferentes ejércitos crearon de nuevo sus propias fuerzas navales.