Algunos historiadores insistían incluso en que su existencia era pura falacia,[4] y el viaje de Piteas se desestimó como si fuera mentira.
Las fuentes antiguas estiman que, en esta época, la isla contaría con aproximadamente un millón de habitantes.
Los yacimientos arqueológicos han mostrado una fuerte división económica entre las tierras altas y las bajas.
En las tierras altas, en la región situada al norte de la línea entre Gloucester y Lincoln, el relieve más accidentado complicaba las comunicaciones y hacía más difícil la agricultura, por lo que predominaba el pastoreo.
En esta zona, la población habitaba en recintos fuertemente fortificados, en contraste con los oppidum menos protegidos del sudeste de la región.
La flota se reunió en algún puerto del territorio de los mórinos —probablemente el Icio (portus Itius, hoy Saint-Omer)—.
Esta decisión podría ser un error táctico, ya que la infantería llegó a la isla sin armamento pesado, o también un indicio de que la auténtica intención de César era explorar el territorio y no conquistarlo.
[16] Tras esperar anclados en una playa cercana "hasta la hora nona" (desde las 3 de la tarde y esperando presumiblemente a que el viento se tornara favorable), César convocó un consejo de guerra, en el que ordenó a sus subordinados actuar por iniciativa propia.
Después, condujo la flota unas siete millas a lo largo de la costa hacia una playa abierta.
Con toda la playa copada por los carros y la caballería britana, el desembarco parecía imposible.
Para empeorar las cosas, los barcos eran demasiado grandes para moverse con facilidad, y los legionarios se vieron obligados a desembarcar en aguas muy profundas, mientras los britanos salían de todas partes.
Los britanos fueron rechazados sin mayor dificultad, y los romanos se encerraron en el campamento para prepararse ante los subsiguientes ataques.
Al cabo de varios días, durante los cuales los britanos reunieron una importante fuerza, atacaron el campamento romano.
Durante la retirada, fueron masacrados por la caballería que Comio había logrado reunir entre las tribus de Britania afines a César.
Tras la debacle, los britanos enviaron una nueva embajada a César, doblando el número de rehenes.
El pretexto de César para invadir la isla fue que: "durante la guerra contra los galos, los britanos les habían suministrado apoyos".
Sin embargo, a la mañana siguiente, cuando se preparaba para seguir avanzando, César recibió noticias de su legado Atrio de que, una vez más, el anclaje en los buques se había visto azotado por una tormenta y había sufrido daños considerables.
Con todo, es posible que César hubiera exagerado el número de naves hundidas para magnificar su propio logro al salvar una situación tan difícil.
[24] César regresó al cruce del Stour, donde se encontró con una gran fuerza de britanos.
Tras varias escaramuzas en las que ninguno de los lados adquirió ventaja, y durante las cuales fue muerto un tribuno romano, Quinto Laberio Duro, los britanos decidieron realizar un ataque definitivo.
El resultado de esta batalla fue una aplastante victoria romana, a la que siguió la posterior debacle del ejército britano, cuando sus fuerzas fueron perseguidas y exterminadas por la caballería.
Sin embargo, César continuó penetrando en territorio enemigo y alcanzó el Támesis, donde se encontró con una gran fortaleza localizada en la actual Westminster.
Cinco tribus más, los icenos, los segoncíacos, los ancalites, los bíbrocos y los casos, se rindieron a César y le revelaron la ubicación del campamento base de Casivelono, probablemente localizado en la colina fortificada de Wheathampstead,[25] al que César puso inmediatamente bajo sitio.
[27] Cuando César emprendió el regreso a la Galia, no dejó ni un solo soldado como guarnición en la isla.
El viaje de reconocimiento que realizó Voluseno permitió identificar el puerto natural de Dubris (Dover), aunque a César se le impidió desembarcar allí y fue obligado a desembarcar en una playa abierta, al igual que hizo al año siguiente, quizá porque Dover era demasiado pequeño para albergar a la gran fuerza que César traía consigo.
Los grandes puertos naturales situados costa arriba, como el de Rutupiae (Richborough), que fueron usados por Claudio durante su invasión a la isla 100 años más tarde, no se utilizaron en esta ocasión.
Sin embargo, es probable que Claudio empleara la información recogida por César durante las invasiones.
César describe a los nativos britanos como los típicos bárbaros, cuyos hábitos sociales más importantes eran la poligamia y otros exóticos ritos.
En muchos aspectos se parecían a los galos,[35] pero los presentaba valientes, para justificar que el general que los subyugara alcanzase gloria imperecedera: Además de infantería y caballería, los britanos empleaban carros de guerra, un elemento militar desconocido para los romanos.