Cayo Flavio Julio Crispo (en latín, Gaius Flavius Iulius Crispus; 305 - 326) fue un príncipe romano, hijo primogénito de Constantino I el Grande y de su primera esposa, Minervina.
Algunos historiadores la definen como una mujer despechada por su hijastro, por el que sentía una irrefrenable pasión.
Hay incluso quien habla de que Crispo encabezaba un grupo subversivo contra su padre que intentaba dirigir el descontento general de los romanos frente a la política filocristiana del emperador y a su intento de trasladar la capital a Bizancio.
[3] En cambio, según Zósimo (Fausta) tuvo el mismo destino que su hijo Crispo:...que se calentara con agua hirviendo un baño, entrega a Fausta al mismo, muriendo en él.
Según la versión del historiador Zósimo, atormentado por haber dado muerte a un hijo inocente, y al no ser expiados sus pecados por los sacerdotes paganos, Constantino se fue acercando al cristianismo, pues el arriano Eusebio le había convencido de que a través del bautismo le serían perdonadas sus faltas.