Enseñó que el universo es infinito y eterno, donde toda la materia está formada por diminutas partículas invisibles llamadas átomos.[9][11] Terminado este, regresó con su familia en el 321 a. C., aunque en esta ocasión lo hizo a la ciudad de Colofón.[21] Sin embargo, tuvo que abandonar la escuela al poco tiempo debido a rivalidades con los aristotélicos de la ciudad.[24]Séneca registra una inscripción en la puerta del Jardín en la epístola XXI de las Cartas a Lucilio: «Extraño, tu tiempo será agradable aquí.El culto al héroe de Epicuro puede haber operado como una religión civil del Jardín.En 1887, el filólogo alemán Hermann Usener compiló en su obra Epicurea los fragmentos y testimonios conservados por los autores de la Antigüedad con un apartado crítico.[44][45] Epicuro escribió un tratado titulado Κανών, o Canon, en el que explicaba sus métodos de investigación y teoría del conocimiento.[52] Debido a esto, Epicuro creía que la experiencia es la única fuente confiable de información sobre el mundo exterior y el escéptico no tendría derecho a usar conceptos como "conocimiento" y "verdad" ya que dichos conceptos se derivan de los sentidos, los cuales un escéptico duda.La sensación es la base de todo el conocimiento y se produce cuando las perfecciones que desprenden los cuerpos llegan hasta nuestros sentidos.[67] Diógenes Laercio, menciona un cuarto criterio llamado "accesiones fantásticas de la mente" (phantastikai epibolai tês dianoias) como proyecciones imaginativas del entendimiento por las cuales podemos concebir o inferir la existencia de elementos sobre cosas que no podemos percibir directamente aunque estos no sean captados por los sentidos, como los átomos y los dioses.[68][69][70][71][72] Todos esos aspectos, sin embargo, son solo los principios que rigen nuestro modo de conocer la realidad.[112][113] Probablemente Epicuro no asumió que podríamos responsabilizar moralmente nuestras acciones si son puramente aleatorias.El mundo es, por tanto, efecto de unas causas mecánicas, y no hay razón para postular ninguna teleología.Concluye como placeres fundamentales la ausencia de perturbación en el alma (ataraxía) y la ausencia de dolor físico (aponía), pues estos son placeres estables; en cambio, "la alegría (khára) y la fruición (euphrosíne) se miran conforme al movimiento en su actividad (katà kínesin energeía)".[147] Luego, temer a la muerte en vida es absurdo porque "aquello cuya presencia no nos atribula, al esperarlo nos hace sufrir en vano".[155] En cambio, sostuvo que las amistades son esenciales para una vida feliz en lugar de vagas utopías políticas.[159] La posición académica respecto a la amistad epicúrea es el siguiente término medio:[159] Para forzar esto vínculos fraternales se debía ser sincero los unos con los otros.[162] Epicuro criticó el antropocentrismo aristotélico, aunque no rechaza la primacía humana sobre los animales, y afirma que todos los seres vivos están dotados de sensibilidad y buscan placer como los hombres que tratan de evitar el dolor.[163] A diferencia de los platónicos, su respeto por la vida animal se basa en motivos sensoriales y no puramente religiosos o filosóficos.[164][165][166] En contraste con los estoicos, los epicúreos mostraron poco interés en participar en la política de la época, ya que hacerlo genera problemas.[168][169] Plutarco elaboró sobre este tema en su ensayo An rectum dictum sit latenter esse vivendum en su obra Moralia.Los críticos prominentes de su filosofía incluyen a autores como Cicerón[191][verifica la fuente] y el griego neoplatónico Plutarco.[206] El filósofo escéptico posterior Sexto Empírico rechazó las enseñanzas de los epicúreos específicamente porque los consideraba como "dogmaticistas" teológicos.[195][191] Los Humanistas de Quattrocento no respaldaron con claridad el epicureísmo pero eruditos como Francesco Zabarella (1360–1417), Francesco Filelfo (1398–1481), Cristoforo Landino (1424–1498) y Leonardo Bruni ( c. 1370–1444) le dieron al Epicureísmo un análisis más justo que el que había recibido tradicionalmente y proporcionó una evaluación menos abiertamente hostil del mismo Epicuro.[191] Thomas Hobbes, un amigo de Gassendi, retomó la teoría del placer y la interpretó en un sentido más cercano a la doctrina cirenaica.Durante los siglos XVII y XVIII, la nación europea en la que el epicureísmo estuvo más activo fue Francia.[223] Por otro lado, Hegel (1770 - 1831) presentó desfavorablemente los postulados metafísicos del atomismo epicúreo en Lecciones sobre la filosofía de la historia universal.[230][156] Marx veía a Epicuro como un empirista dogmático, cuya visión del mundo es internamente consistente y prácticamente aplicable.[242] Asimismo, autores como el profesor y catedrático Joaquín Riera Ginestar [243] han abordado la vigencia del pensamiento epicúreo en la posmodernidad.[191] Anatole France escribió en 1895 un libro titulado El jardín de Epicuro, donde dicho autor muestra sus posturas filosóficas.
Reconstrucción por K. Fittschen de una escultura de Epicuro entronizado, presuntamente erigida después de su muerte.
Universidad de Göttingen
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