El atomismo es una teoría filosófica que apareció en la Antigua Grecia durante el siglo V a. C. y en la India —aunque tal vez surgiera mucho antes (Mosco de Sidón)—, según la cual el universo está constituido por combinaciones de pequeñas partículas indivisibles denominadas átomos (del griego ἄτομον, «que no se puede cortar», «indivisible»[1]).
En las antiguas creencias, el átomo se definía como el elemento más pequeño, a la vez extenso e indivisible, del que están hechas todas las cosas.
Leucipo es considerado por Aristóteles y Diógenes Laercio como el fundador del atomismo,[2] aunque según Sexto Empírico le presta la invención del átomo a Mosco de Sidón, un fisiólogo o filósofo natural fenicio.
[7] La concepción atomista suprime tantos obstáculos para la comprensión mecánica y matemática del universo que se convirtió en modelo para cualquier investigación racional de la naturaleza.
En el primer caso, los cuerpos residuales con magnitud deben seguirse pudiendo dividir, pues la división no se habría llevado a cabo completamente, lo cual contradice el punto de partida.
En la filosofía india existen ejemplos de ideas atomistas en los trabajos del sabio védico Aruni, que vivió en el siglo VIII a. C..
Las escuelas Nyaya y Vaisheshika desarrollaron sus propias ideas sobre cómo los kaṇa se combinaban en objetos más complejos.
[24] McEvilley (2002) asume que dichas similitudes se deben al contacto cultural y la difusión de ideas, posiblemente en ambas direcciones.
Nada accidental puede ser la causa de otra cosa, excepto la percepción, tal como existe por un momento.
[33] Para evitar el determinismo mecanicista, criticado por Aristóteles, Lucrecio toma el pensamiento de Epicuro e introduce la tesis de que los átomos caen en el vacío y experimentan por sí mismos una declinación que les permite encontrarse (teoría del clinamen[34]).