El neogriego difiere notablemente del griego clásico tanto como el español y otras lenguas romances, del latín, de tal manera que, para que un griego contemporáneo pueda comprender un texto escrito en la época de la Grecia clásica, tendría que haber estudiado previamente el griego antiguo.
Durante el período turco, sólo ciertos dialectos marginales de las islas jónicas, nunca ocupadas por los turcos, y de Chipre y Creta, que mantuvieron durante un tiempo su independencia, recibieron cultivo literario.
En la zona ocupada, la Grecia continental, los dialectos que surgían tenían, sin apenas excepciones, un carácter puramente oral.
La Iglesia, en torno a la cual mantenían los griegos su identidad, se servía de la lengua aticista.
Y en la Grecia moderna, a partir de la liberación, ha existido la competencia entre las dos lenguas, llamadas respectivamente καθαρεύουσα (katharévusa) «pura» y δημοτική (dimotikí) «popular», derivada la primera del griego aticista, la segunda del popular o hablado.
En cambio, hay florecientes colonias griegas en Europa Occidental, América y Australia.
En el período turco, pese a los terribles golpes recibidos por la lengua griega, ésta conservaba en Oriente su prestigio.
En Occidente, sin embargo, prácticamente la única referencia para el griego era la de la Antigüedad clásica.
Grecia se encontraba liberada, pero quedaba abierta, entre otras, la cuestión lingüística.
La minoría que escribía lo hacía en katharévousa (καθαρεύουσα, GK), la continuación de la κοινή antigua y bizantina (koiné); los demás hablaban dimotikí (δημοτική, GD), dividida además en dialectos, una lengua que no se escribía.
El modelo occidental y una mínima racionalidad imponían una lengua única.
Pudo alcanzar a ver, en sus últimos años, la liberación de Grecia.
Ahora bien, si para él la clásica era la continuación del griego antiguo, quería «purificarla» añadiéndole algunos elementos de la antigua lengua, para convertirla así en lengua de la cultura, la administración y la escuela.
La renovación fue más fuerte cuando, a partir de 1910, se fundó por M. Triandaphyllidis la asociación llamada «Sociedad Educativa» (Ἐκπαιδευτικός Ὅμιλος).
Influyó en la legislación del Partido Liberal de E. Venizelos, que en 1917 lo introdujo en la enseñanza elemental.
Luego, con el triunfo del PASOK, se introdujo en 1982 el llamado sistema monotónico, una reforma ortográfica que abolió los espíritus, hizo escribir sin acento los monosílabos (con excepciones) y con un solo acento agudo los polisílabos.
La katharévousa fue, con interrupciones puntuales, la lengua oficial del Estado helénico desde 1830 hasta 1981, cuando fue sustituida definitivamente en dicha función por el demótico.
Así, el que llamamos comúnmente griego moderno no es exactamente unitario: conserva en su fonética y morfología y sobre todo en su léxico abundantes elementos de la antigua lengua culta.
Hay πόλη / πόλις (G. -ης ο -εως), -ότα / -ότης, G. de la primera en -α (moderno) / -ης (antiguo), δεσποινίδα / δεσποινίς, Ἑλλάδα / Ἑλλάς (Hellada / Hellás); se conserva a veces el N. pl.
Ε infinitas variaciones más o menos sinonímicas en el léxico, del tipo κόκκαλο / ὀστοῦν 'hueso'.
El que llamamos griego moderno combina, pues, distintas variedades del δημοτική.
Además de las variantes demótica y katharévousa, la lengua griega moderna cuenta con otros dialectos minoritarios: Tanto el griko como el grecánico están reconocidos por Italia como lenguas de minorías étnicas autóctonas.
Esto fue debido a una serie de fusiones, especialmente hacia el sonido [i] (iotacismo).