Protágoras

Admirado experto en retórica que recorría el mundo griego cobrando elevadas tarifas por sus conocimientos acerca del correcto uso de las palabras u ortoepía.

Al parecer llevó una vida errante, enseñando durante cuarenta años en las distintas ciudades griegas.

[17]​ Se sabe que visitó Atenas al menos en dos ocasiones,[18]​ y Platón lo sitúa, ya de avanzada edad, viviendo en Sicilia.

El primero de los períodos está marcado por su amistad con Pericles, con quien, se conjetura, compartía ideales filosóficos y políticos.

Diógenes Laercio cita la siguiente lista de sus obras "conservadas": La lista no incluye tres títulos conocidos a partir de otras fuentes: Sobre la verdad[34]​ (llamada también Refutaciones o Sobre los discursos convincentes), Sobre los dioses[35]​ y Sobre el Ser.

[36]​ Bodrero[37]​ explica la omisión reparando en la frase "Los libros que se conservan de él son los siguientes" y señalando que los textos no incluidos en la enumeración ya constituían obras perdidas en tiempos de Diógenes Laercio.

Untersteiner, por su parte, conjetura que los títulos nombrados en la lista no serían sino capítulos de las Antilogías.

Esta última, que constaba de dos libros, habría estado dividida en cuatro secciones subdivididas, a su vez, en los títulos señalados por Diógenes Laercio.

Esto le llevó a realizar los primeros análisis históricos del lenguaje en el mundo griego.

Habitualmente se designa con la expresión Homo mensura («El hombre es la medida»), fórmula abreviada de la frase Homo omnium rerum mensura est («El hombre es la medida de todas las cosas»), que traduce al latín la sentencia original en griego.

La sentencia acusa diversas interpretaciones, como resultado de la dificultad que implica determinar el sentido y alcance de sus tres expresiones fundamentales, a saber: a) El hombre (ἄνθρωπος); b) La medida (μέτρον); c) Las cosas (χρηματὰ).

Heidegger propone una interpretación más penetrante de él en su curso Introducción a la Filosofía (Ed.

Según el científico del lenguaje José M. Ramírez, la dicotomía establecida por Platón, fuente habitual en la interpretación de Protágoras, entre la subjetividad y la objetividad de los valores, no se constata en los análisis, y propone en cambio que los valores no son objetivos ni subjetivos, sino interaccionales.