Novela histórica

Tras muchos precedentes anteriores, la novela histórica solo llega a configurarse definitivamente como género literario en el siglo XIX a través de la veintena de novelas del erudito escocés Walter Scott (1771-1832) sobre la Edad Media inglesa, la primera de las cuales fue Waverley (1814); en realidad, Scott, que fue un gran propagador del Romanticismo alemán en Inglaterra, se inspiraba en una autora alemana poco conocida, Benedikte Naubert (1752-1819), que escribía narraciones históricas protagonizadas por personajes secundarios, no héroes.Como señala Lukacs, Scott era un noble escocés empobrecido que mitificó sus orígenes sociales como una especie de don Quijote de la Mancha, algo que no se escapaba a las consideraciones del propio Scott.Su propósito último, abiertamente moral y educativo, el hecho de que esté protagonizada por héroes, su cosmovisión asentada en valores contemporáneos, su discutible verosimilitud y su lenguaje, poco respetuoso con la época reflejada, impedían considerarlas estrictamente novelas históricas, como por ejemplo Les incas (1777) de Jean-François Marmontel, en Francia, o El Rodrigo (1793) del jesuita francoespañol Pedro de Montengón.Discípulos de Walter Scott fueron, en la propia Escocia, Robert Louis Stevenson con La flecha negra, El señor de Ballantrae, Secuestrado o su segunda parte, Catriona; escribió novela histórica el decadentista Walter Pater (Mario, el epicúreo) y otros escritores del movimiento en Europa.Al español fue traducida prontamente por Félix Enciso Castrillón y por Juan Nicasio Gallego.Se consagró especialmente al género Carlo Varese entre muchos otros autores y se tradujeron además las obras de Cesare Cantù y Massimo d'Azeglio y, ya en el siglo XX, hay que mencionar entre gran número de autores a Umberto Eco, que hibrida los géneros de la novela filosófica, policíaca e histórica en El nombre de la rosa y ejerce más estrictamente los cánones del género en su Baudolino.En el siglo XX el género se adapta a las innovaciones narrativas en la obra de Alfred Döblin y el judeoalemán Lion Feuchtwanger, y se consolida en la novela histórica del exilio, obra de autores tan destacados como Heinrich y Thomas Mann, Bertolt Brecht, Hermann Broch o Hermann Kesten, como respuesta a la ideología nazi.En la Bélgica flamenca, la novela histórica de Hendrik Conscience (1812-1883) El león de Flandes (1838) fue fundamental para reactivar una lengua que había caído en la diglosia respecto al francés, y siguió casi medio centenar más del mismo autor.En Rusia, otro discípulo de Scott, el romántico Aleksandr Pushkin compuso notables novelas históricas en verso y la más ortodoxa La hija del capitán (1836).El simbolista Dmitri Merezhkovski (1861-1945), por otra parte, indagó en los orígenes conflictivos del Cristianismo en La muerte de los dioses (1896), sobre el emperador Juliano el Apóstata.También lo ejercieron Gustave Flaubert (Salambô, 1862, sobre Cartago) o Benito Pérez Galdós con un ciclo de 47 novelas históricas que denominó Episodios nacionales y abarcan casi toda la historia reciente del siglo XIX español.Sintieron predilección por el género escritores como el finés Mika Waltari (Sinuhé, el egipcio o Marco, el romano); Robert Graves, (Yo, Claudio, Claudio, el dios, y su esposa Mesalina, Belisario, Rey Jesús...); Winston Graham, quien compuso una docena de novelas sobre Cornualles a finales del siglo XVIII; Marguerite Yourcenar (Memorias de Adriano); Noah Gordon, (El último judío); Naguib Mahfouz (Ajenatón el hereje), Umberto Eco (El nombre de la rosa, Baudolino), Valerio Massimo Manfredi, los españoles Juan Eslava Galán y Arturo Pérez-Reverte y muchos otros que han cultivado el género de forma más ocasional.Suele recoger la historia de España con una visión política y desde luego crítica; es antitradicional "porque intenta negar ciertos valores institucionalizados y finalmente narra un momento presente, coetáneo, aunque para hacerlo tome del pasado histórico sus puntos de referencia".Es, sin duda, la más original y la que propone nuevas soluciones al arte narrativo.Vicente Barrantes y Moreno destaca por Juan de Padilla (1855-1856), prohibida por la autoridad eclesiástica.Esta obra ha sido atribuida a los cubanos Félix Varela y José María de Heredia e incluso también a un triunvirato de exiliados hispanoamericanos en el que Heredia habría redactado el texto original, el ecuatoriano Vicente Rocafuerte lo revisó y Varela lo entregó para su publicación.Este tema fue obsesivo incluso entre los escritores exiliados (Ramón J. Sender, con su gran enealogía Crónica del alba, inspirada en sus propios recuerdos, pero que solo aborda la Guerra Civil en las últimas tres novelas.La restauración democrática supuso una revitalización del género, que se enriqueció con una temática más diversa.Posteriormente, algunos autores se consagraron especialmente al género, como Juan Eslava Galán, Terenci Moix, Arturo Pérez-Reverte, Antonio Gala o Francisco Umbral.Incluso autores más veteranos echaron su cuarto a espadas, como Miguel Delibes, que se acercó a la Inquisición y al protestantismo español en el siglo XVI con la novela El hereje, o Gonzalo Torrente Ballester, que con Crónica del rey pasmado ofreció una visión humorística de la España del joven rey Felipe IV.El único tema común que une a todas estas obras, según su estudioso Jordi Tiñena, es "el restablecimiento del orden".En vasco, se puede considerar pionera del género Auñemendiko Lorea (1898) de Txomin Agirre.Margaret George ha escrito biografías ficticias de personajes históricos: The Memoirs of Cleopatra (1997) y Mary, called Magdalene (2002).Algunas novelas históricas exploran la vida en el mar: Robert Louis Stevenson fue el primero con La isla del tesoro (1883), y siguió Emilio Salgari con la serie de Sandokán (1895-1913).C. S. Forester escribió novelas sobre el capitán Horacio Hornblower, y Patrick O'Brian también formó un ciclo novelístico, entre muchos otros.Hay muchos otros ejemplos, como La Roma eterna de Robert Silverberg, en la que el Imperio Romano sobrevive hasta nuestros días.Con frecuencia es este un género mestizo, que cruza la novela histórica con la ciencia ficción utópica, ucrónica o distópica.Y posee unas aún escasas ramificaciones cinematográficas, como en Inglourious Basterds o Once Upon a Time in Hollywood de Quentin Tarantino.
Portada de una novela histórica basada en la vida de la reina Isabel la Católica (ilustrada por Luis Labarta , 1900)