La fiesta del Chivo (novela)

La tercera es sobre los asesinos de Trujillo, algunos de los cuales había sido leales al gobierno, que se encuentran esperando el coche del dictador la noche del atentado; luego la historia se concentra en su persecución.

La novela tiene una técnica narrativa múltiple (caleidoscópica) acerca del poder dictatorial, incluyendo sus efectos psicológicos y su impacto a largo plazo.

La novela es, pues, un retrato del poder dictatorial, incluidos sus efectos psicológicos, y su impacto a largo plazo.

Por otro lado, los personajes de Trujillo y sus asesinos fueron creados basados en registros históricos; Vargas Llosa teje una historia estructurada con capítulos que se alternan entre los recuerdos de la protagonista, el propio general Trujillo y las personas que cometieron el atentado.

[5]​ La novela examina el régimen dictatorial de Rafael Leónidas Trujillo Molina en República Dominicana.

[9]​ Merengue es un género musical creado por Ñico Lora en los años 1920, que fue activamente promovido por el mismísimo Trujillo.

La novela se va alternando entre estas tres historias, y va dando saltos entre 1961 a 1996, con frecuentes flashbacks sobre los inicios del régimen de dictador.

El tercer hilo concierne al mismo Rafael Leónidas Trujillo Molina, en cuanto a sus acciones y pensamientos.

Finalmente, este hilo se conecta con la narración de Urania cuando revela que fue abusada sexualmente por el dictador.

Agustín escucha, sin poder hacer nada, a Urania rememorar su pasado como «Cerebrito Cabral», un importante miembro del círculo íntimo de Trujillo, y su caída en desgracia.

[14]​ Trujillo tiene como figura y simpatizante a Johnny Abbes García, la cabeza del Servicio Inteligencia Militar (SIM), un hombre brutal al que se lo indica como responsable de «desapariciones, ... ejecuciones, ... súbitas caídas en desgracia».

Luego de intentar fallidamente estudiar en Estados Unidos, Ramfis regresa al país para servir en el ejército.

Tras la muerte de Trujillo, la calma y serenidad de Balaguer dan un giro, y el general Román comenta sobre él que es un hombre insignificante, visto como un empleado, una figura puramente decorativa, que comienza a adquirir sorpresivamente autoridad.

Antonio Imbert Barrera es uno de los cuatro conspiradores que sobreviven a las violentas represalias del asesinato.

Imbert es un político que está desilusionado por la crueldad y decepción del régimen de Trujillo.

A pesar de todo, Turco rehúsa suicidarse y no pierde la fe en Dios.

Olga Lorenzo, crítica del The Melbourne Age, señala que todos estos componentes han ayudado a Vargas Llosa a revelar fuerzas irracionales que ha dado acicate al despotismo en los países latinoamericanos.

Rafael Trujillo, el líder, es un cruel dictador que aterró al país durante 35 años hasta su muerte.

Mario Vargas Llosa escribió acerca del machismo de Trujillo y su trato con las mujeres, «[él] va a la cama con las esposas de sus ministros, no sólo para mostrar que le gustan esas mujeres, sino también para probarlos.

Fue víctima de un abuso sexual por parte del mismísimo dictador, un sacrificio que su padre debió hacer para ganarse nuevamente la confianza del dictador, un hecho al cual ella alude a lo largo de todo el libro, pero solo se revela completamente al final: la obra finaliza cuando se lo cuenta a su tía y a sus primas, haciendo memoria, quienes nunca supieron los motivos reales de por qué abandonó el país.

Cuando su tía se ver sorprendida por detallismo de esa noche, ella responde que, a pesar de que olvida muchas cosas, «Recuerdo todo sobre esa noche.»[31]​ Para Urania, olvidar las atrocidades cometidas por el régimen es inaceptable.

[32]​ Su padre, por otro lado, no es capaz de unirse a ese proceso, ya que ha sufrido un accidente cerebrovascular; sin embargo, Urania está enojada de que él haya optado por olvidar cuando aún tenía capacidad para recordar.

[33]​ Trujillo, además, recuerda su pasado, no menos importante fue su formación y su entrenamiento con los marines estadounidenses.

Por sobre todo Mario Vargas Llosa usa a la ficticia Urania para facilitar en la novela el recuerdo del régimen.

Fundir ambos elementos es considerado importante en una novela histórica, pero especialmente en La Fiesta del Chivo porque Vargas Llosa elige narrar un evento en tiempo presente a través de personajes tanto ficticios como reales.

[38]​ Cuando éstos esperan la llegada del dictador, mencionan crímenes que ocurrieron en la época, como el asesinato de las hermanas Mirabal.

Vargas Llosa creó los pensamientos internos de aquellos personajes no ficticios, especialmente con respecto al dictador.

[23]​ De igual manera, para Kirn implica que la «maquinaria narrativa» mencionada por Wood se vuelva un tanto inmanejable, produciendo un argumento superfluo.

[23]​ El hilo narrativo centrado en Urania Cabral es descrito por Sturrock como el centro emocional en que hace foco la novela, y Wood concuerda en que las confrontaciones de ella con sus demonios logran captar la atención del lector.

[52]​ Un cambio destacable de la versión teatral es que es el mismo actor quien interpreta a Agustín Cabral y Rafael Trujillo.

El dictador dominicano, figura central de La fiesta del Chivo , Rafael Leónidas Trujillo .