Otras estimaciones compiladas por el historiador dominicano Bernardo Vega se elevaron a 35 000.
En tanto la lengua créole hablada por los haitianos no consideraba la pronunciación suave de la letra "R" (en criollo haitiano la palabra "perejil" se traduce como "pèsil" y en francés como "persil"), la policía dominicana tenía un método aparentemente fácil para diferenciar a los civiles que hallase, esto les permitía detectar prontamente a los civiles haitianos con el propósito de asesinarles.
El asentamiento de numerosos haitianos en territorio dominicano empezó a causar preocupación en las élites dominicanas, no solo porque generaban una ambigua y poco definida zona fronteriza, sino por temor a que los inmigrantes recién llegados alcanzaran poder económico en dichas regiones distantes de Santo Domingo.
Entre ellos está el hecho de que, aunque el Ejército dominicano asesinó a muchas de las víctimas a la vista del público, numerosos haitianos fueron asesinados por fuerzas dominicanas en áreas aisladas donde no se contó la cantidad de víctimas ni quedaron testigos.
En otros casos, se utilizaron machetes, carabinas, o cualquier tipo de arma contra los civiles haitianos -de toda edad o condición- que pudieron ser hallados a lo largo de la zona fronteriza.