[2] Las grandes migraciones humanas están relacionadas con fenómenos como el hambre, el desempleo, las guerras, las persecuciones políticas, étnicas y religiosas, los cambios y catástrofes climáticas, la trata de personas, la decadencia o auge de ciertas regiones, etc. Más recientemente ha aparecido la migración por causas turísticas.
Las migraciones internacionales plantean retos que Naciones Unidas insta a solucionar en el marco de los derechos humanos, la igualdad y la sostenibilidad.
La historia y la prehistoria de la humanidad hace referencia a los grandes movimientos culturales, económicos, geográficos y políticos que dieron origen a desplazamientos en masa de la población, tanto espontáneos como forzados.
Entre estos proyectos pueden citarse: Y todas estas ideas tenían en común que se han venido desarrollando con el aporte mayoritario de inmigrantes.
Así, el saldo migratorio podrá ser positivo cuando la inmigración es mayor que la emigración y negativo en caso contrario.
La Segunda Guerra Mundial en Europa (y también en Asia), así como guerras posteriores en África (Biafra, Uganda, Somalia, Sudán, etc.) y en otras partes del mundo, han dado origen a enormes desplazamientos de la población o, como podemos decir también, migraciones forzadas.
En gran parte, la crisis migratoria en Europa que alcanzó su nivel más grave en el 2015, ha tenido motivos políticos y confrontaciones internas que se ha agudizado por el impacto en las poblaciones vulnerables, como las mujeres y, sobre todo, los niños, como puede verse en un blog de la UNICEF ([12]).
Como efectos negativos cabría señalar la desestructuración de las familias generando problemas afectivos en sus miembros.
Siendo los emigrantes fundamentalmente jóvenes, la población de los países emisores se ve envejecida, pudiendo influir en el desequilibrio entre sexos según la migración sea masculina o femenina.
«La inmigración que reciben estos países puede ayudar a mantener el equilibrio en tales sistemas al incrementar la proporción de trabajadores activos y con ello las contribuciones a los sistemas de seguridad social».
[20] La migración, en los países receptores, contribuye a minorar los efectos negativos de los ciclos económicos.
Igualmente positiva es la migración en el tejido económico de los países receptores, desarrollando una labor productiva y, también importante, demandando bienes, elevando el consumo agregado.
[25] A pesar de esta diversificación y especialización se pueden establecer ciertos parámetros para agrupar los distintos enfoques en uso.
Así, por ejemplo, hay enfoques que acentúan los así llamados factores de expulsión (push factors en la terminología académica) que empujan a los migrantes a dejar sus respectivas regiones o países (guerras, dificultades económicas, persecuciones religiosas, desastres medioambientales, etc.).
Otra forma de agrupar los diversos enfoques es prestando atención al nivel del análisis ofrecido.
Estas fueron las primeras teorías sobre el fenómeno migratorio y su fuerza explicativa es notable a un nivel general.
Sin embargo, durante las últimas décadas se ha venido poniendo mayor interés en el nivel intermedio, o mediador entre las condiciones estructurales y las decisiones individuales, que por ello podemos llamar perspectiva «meso».
Se trata de entender fundamentalmente las redes sociales y las organizaciones e instituciones concretas que posibilitan la migración.
El contraste más palpable con esta situación la encontramos en el continente africano, donde el diferencial entre natalidad y mortalidad es, a pesar de las altas tasas de mortalidad, muy grande, dando origen a un extraordinario incremento poblacional.
Por su parte, regiones con, por ejemplo, mucho capital o tierra en relación con la población activa disponible tenderían a generar unos ingresos más altos al trabajo y ser, por ello, atractivos como lugares de inmigración.
Los que normalmente migran no son, según esta perspectiva, los más pobres sino sectores medios o relativamente privilegiados de sociedad en desarrollo.
Estas perspectivas tienen su origen en la Escuela o teoría de la Dependencia, popularizada por autores como André Gunder Frank ya en los años 1960.
Immanuel Wallerstein ha publicado una gran cantidad de libros y ensayos, entre ellos cuatro tomos sobre el desarrollo del «sistema-mundo» capitalista.
La obra clásica de M. Piore (1979) es Birds of Passage: Migrant Labour in Industrial Societies, Nueva York: Cambridge University Press; la de S. Castle y G. Kosak (1973) es Immigrant Workers and Class Structure in Western Europe.
[32] En esta perspectiva se desplaza el foco de atención de la decisión individual a la del grupo humano que forma el entorno original del migrante (su familia nuclear o extendida, sus vecinos, su pueblo, etc.).
Al mismo tiempo se pone el acento no sobre la maximización del beneficio sino sobre la minimización de los riesgos, que se logra al desplazar miembros (habitualmente jóvenes) de un grupo a diversos nichos económicos.
Se forman así tanto cadenas migratorias como fuertes solidaridades transnacionales que condicionan vitalmente la vida del inmigrante.
Estos «aventureros migratorios» son difíciles de encuadrar en una teoría más general, siendo muchas veces los diferentes e incluso los disidentes de una comunidad o sociedad determinada, que la dejan impulsados por una búsqueda incierta de una vida diferente o, a veces, por el simple rechazo social ante sus conductas inconformistas o «socialmente desviadas».
[33] Este capital social incluye desde recursos materiales para posibilitar la partida y la inserción en la nueva sociedad hasta contactos e información de decisiva importancia para el éxito del proyecto migratorio.
Todos estos son elementos esenciales de proyectos migratorios que sin ellos serían extremadamente difíciles y costosos.