Algunas versiones sostienen que Simón Bolívar fue el padre de Flora Tristán.
Flora tuvo una primera infancia de lujo, y su casa era visitada por personajes que luego serían hitos en la historia, como Simón Bolívar, que compartía orígenes criollos y vascos con el padre de Flora.
En los cuatro años siguientes tuvieron tres hijos, uno de los cuales murió, al parecer, muy pequeño; el otro recibió el nombre de Ernesto, y la tercera, nacida en 1825, fue Alina, que sería más tarde la madre del pintor Paul Gauguin.
Gracias a la intervención del capitán Chabrié, en 1829 pudo remitir una carta a su tío Juan Pío Tristán y Moscoso, que vivía en Perú, quien durante cinco años le envió dinero para ayudarla contra su pobreza.
Flora se trasladó a Lima, donde permaneció hasta el 16 de julio de 1834, fecha en que se embarcó en Callao con destino a Liverpool, en el Reino Unido.
En el texto La Sagrada Familia (escrito conjuntamente por Karl Marx y Friedrich Engels) en el capítulo IV —escrito solamente por Engels— (Die kritische Kritik als die Ruhe des Erkennens oder die kirische Kritik ald Herr Edgar) se hace una defensa de la feminista comunista Flore Celestine.
En 1942, Luis Alberto Sánchez publicó una biografía novelada de Flora Tristán titulado Una mujer sola contra el mundo.
El feminismo de Flora Tristán se engarza en la Ilustración; presupone por tanto unas reivindicaciones y un proyecto político que sólo pueden articularse a partir de la idea de que todos los seres humanos nacen libres, iguales y con los mismos derechos, pero toma cuerpo en el periodo inmediatamente posterior a la Revolución Francesa.
Manteniendo la continuidad con el pensamiento de autoras anteriores (Mary Wollstonecraft, entre otras), Flora Tristán imprime a su feminismo un giro de clase social, que en el futuro daría lugar al feminismo marxista.
Su lucha incesante por conseguir una sociedad más justa e igualitaria ha quedado plasmada en su obra.
Para Flora, esta degradación moral reviste la mayor importancia, ya que las mujeres, en sus múltiples funciones de madres, amantes, esposas, hijas, etc., «lo son todo en la vida del obrero», influyen a lo largo de toda su vida.
Dice de ella André Breton: «Acaso no haya destino femenino que deje, en el firmamento del espíritu, una semilla tan larga y luminosa».
La vida de «una temeraria y romántica justiciera» puntualiza Mario Vargas Llosa en su libro sobre Paul Gauguin, El paraíso en la otra esquina.
La publicación de Mi vida es el autorretrato en el que se reconoce como una doble paria: la hija sin reconocimiento legal del padre, y por lo tanto desheredada, y la casada por conveniencia (necesidad).