Enrique Gil y Carrasco

Además de Enrique, el matrimonio tuvo varios hijos: Juana (nac.

Eso influyó en el interés arqueológico de Enrique; pero el padre no perdió la ocasión de adquirir una casa y un prado, según los documentos exhumados por Jean-Louis Picoche.

También es posible que tratase a otros personajes que estudiaban allí, como José Grijalba, Jerónimo Morán, Buenaventura García Escobar, Manuel de Assas o José Zorrilla.

Hizo amistad con Guillermo Bailina y con su hermana Juana, musa de sus primeros escritos.

Después se le agravó una tuberculosis que ya arrastraba de épocas anteriores y regresa a Ponferrada.

En el Semanario Pintoresco Español retoma su actividad como crítico con su artículo sobre las Poesías de Espronceda.

Aprovecha la documentación que allí obtiene sobre la Orden del Temple para elaborar su futura novela.

En ese cargo debía recorrer todos los länder y realizar diversos informes sobre la industria alemana.

Desde Francia remite dos artículos a El Laberinto y escribe un Diario, donde revela sus gustos literarios: Fray Luis de León, Byron, Schiller, Goethe.

En el verano boreal de 1845 se agrava su enfermedad, pero prefiere permanecer en Berlín antes que marchar a Niza a recuperarse, también para evitar el peligro de un viaje.

Expuso sus preocupaciones del más allá en «El cisne» y «Un ensueño» y dejó una excelente elegía en «A la muerte de Espronceda», poeta a quien, lo mismo que Zorrilla, debe parte de su inspiración.

Gil y Carrasco alude a un tapiz de Goya como ilustrativo del tipo.

En 1844 apareció en Madrid su novela histórica El señor de Bembibre, que obtuvo un éxito resonante.

Dispensado éste por el Papa, y cuando la felicidad estaba al alcance de ambos, muere Beatriz en plena juventud, y Álvaro recibe el hábito de San Bernardo acompañándola al sepulcro poco después.

Como en tantas otras historias románticas, se destaca en ésta la frustración de la juventud y del amor por obra del esquema social: la autoridad paterna unas veces, los intereses políticos o religiosos otras.

Gil y Carrasco insiste en la infelicidad individual que de ello se deriva, mostrando para ejemplo el castigo consecuente de quien no respeta los derechos del individuo.

La extinción de la casa Osorio es, en la novela, un caso típico, que se comenta así: Pero, fuera de esta lección moral común a los románticos, hay algo que comunica encanto singular y perennidad a esta producción artística.

En primer lugar, el acentuado sentido de la melancolía y tristeza del destino humano: la felicidad pasa, quedan las ruinas, y nada puede torcer el hado implacable del tiempo.

Morirá Beatriz, víctima de su propia tristeza, tras una enfermedad magistralmente descrita, que parece la misma del autor.

Y todas las demás personas se verán inmersas en un sentimiento nihilista, viniendo a ser sombras que brillan un momento al sol de la tarde.

Los momentos últimos de Beatriz son magníficos logros en esta dirección: emana honda emoción del intento del escritor por prolongar unos minutos una vida truncada, que no ha mecido la felicidad sino para morir.

En Villafranca del Bierzo, su villa natal, tuvo lugar la apertura del Congreso Internacional: Enrique Gil y el Romanticismo, que celebró un acto de colofón colocando su nombre al Teatro Villafranquino al que estuvo ligado en su fundación.

Casa en la que nació el escritor Enrique Gil y Carrasco en Villafranca del Bierzo