Entre tanto, Renzo ha llegado a Milán, en tiempos de perturbaciones y tumultos por la carestía del pan.
Lombardía está asolada por la guerra y la peste, pero Renzo regresa a Milán para reencontrarse con su novia.
Cuando se erradica la peste, después de tantas vicisitudes, Renzo y Lucía pueden al fin casarse.
[2] Al final del libro, se dice: «Después de debatirse largamente y buscar juntos, concluyeron que los problemas a menudo vienen, sí, porque les damos motivo para ello; pero que la conducta más cauta e inocente no es suficiente para mantenerlos lejos; y que cuando vienen, con culpa o sin ella, la confianza en Dios los dulcifica, y los hace útiles para una vida mejor.
Merece la pena destacar que muchas expresiones, citas y nombres de la novela se usan normalmente en Italia, como «Perpetua» o «Questo matrimonio non s'ha da fare» («Este matrimonio no ha de celebrarse», usado irónicamente).