El nombre de la rosa

El gran éxito de crítica y la popularidad adquirida por la novela llevó a la realización de una versión cinematográfica homónima, dirigida por el francés Jean-Jacques Annaud en 1986, con Sean Connery como el franciscano Guillermo de Baskerville y Christian Slater encarnando a su discípulo, Adso.

[4]​ Extensamente familiarizado y apasionado del Medioevo por anteriores trabajos teóricos, el autor trasladó esta imagen de modo natural a la Edad Media, y se pasó un año recreando el universo en que se desarrollaría la trama: «Pero recuerdo que pasé un año entero sin escribir una sola línea.

La llegada del enviado papal e inquisidor Bernardo Gui inicia un proceso inquisitorial de amargo recuerdo para Guillermo, que en su búsqueda ha descubierto la magnífica y laberíntica biblioteca de la abadía.

Es un fraile franciscano inglés del siglo XIV, con un pasado como inquisidor.

La descripción que hace la novela de Guillermo recuerda a Sherlock Holmes: «Su altura era superior a la de un hombre normal y, como era muy enjuto, parecía aún más alto.

Su mirada era aguda y penetrante; la nariz afilada y un poco aguileña infundía a su rostro una expresión vigilante, salvo en los momentos de letargo a los que luego me referiré».

[9]​ El español Jorge de Burgos es un monje anciano y ciego, encorvado y «blanco como la nieve», venerado por el resto de los monjes, que lo temen tanto como lo respetan.

El nombre del personaje es un homenaje reconocido a Jorge Luis Borges; Eco tenía en mente un ciego que custodiase la biblioteca, y comenta en Apostillas que «... biblioteca más ciego solo puede dar Borges, también porque las deudas se pagan».

Según Umberto Eco, el personaje de Jorge debía ser español no solamente como referencia, por su hispanidad, a Jorge Luis Borges, sino también por haber sido en tierras españolas de donde surgieron las miniaturas y comentarios más famosos del Medioevo relativos al Apocalipsis.

Miembro de los franciscanos «espirituales», que estaban enfrentados al papa Juan XXII en la disputa sobre la pobreza evangélica.

Bertrand du Pouget (en italiano Bertrando del Poggetto) (c. 1280-1352) fue un diplomático y cardenal francés.

En ese contexto, tras la mención de Rómulo y remo, “stat rosa” es imposible.

Es decir, se trata de una errata en la transcripción del poema que se ha arrastrado copia a copia hasta dar lugar al título de novela (con el gazapo incluido).

[2]​ A partir de esa base, la novela reconstruye con detalle la vida cotidiana en la abadía y la rígida división horaria de la vida monacal, que articulan los capítulos de la novela dividiéndola en siete días, y estos en sus correspondientes horas canónicas: maitines, laudes, prima, tercia, sexta, nona, vísperas y completas.

En Apostillas, Eco comenta una curiosa dualidad del personaje: es el anciano de ochenta años que narra los sucesos acaecidos en los que intervino Adso, el joven de dieciocho años.

5]​ En la novela se realiza una exposición del método científico y el razonamiento deductivo, usados hábilmente por Guillermo para resolver el misterio, recordando en ocasiones su actuación tanto a Sherlock Holmes como a Guillermo de Ockham (c. 1280/1288-1349),[6]​ franciscano y filósofo escolástico inglés, pionero del nominalismo, considerado por algunos padre de la epistemología y de la filosofía modernas en general.

Los caballeros del mal destruyen ese proyecto, e inundan la tierra de muerte, guerra, odio, injusticia.

[14]​ La risa como elemento subversivo es un agente desencadenante de las muertes que suceden en la novela.

[18]​ La novela entró en la lista «Editors' Choice» de 1983 del New York Times.

[20]​ A su vez, en 1999 fue seleccionado entre «Los 100 libros del siglo» por el diario francés Le Monde.

[21]​ La publicación de Apostillas fue muy comentada, dado que en los trabajos anteriores de Eco como ensayista (por ejemplo, Lector in fábula) este había defendido el papel del lector como intérprete del texto, y postulaba que el autor debía desaparecer, escindirse de la obra tras su publicación;[22]​ para Eco la novela debe ser una «máquina de generar interpretaciones» y no corresponde al autor facilitarlas.

[4]​ El éxito popular alcanzado por la primera novela de Umberto Eco fue similar al que obtuvo su versión cinematográfica del mismo título, dirigida por Jean-Jacques Annaud en 1986.

No obstante, la crítica italiana fue muy dura con la película tras su estreno en Florencia, señalando que traicionaba el libro, o bien que no estaba a la altura de la obra literaria;[23]​ uno de los diarios de la época titulaba su crítica «Gran libro, insignificante película»; Il Messaggero criticaba que «deseando ganarse al público norteamericano refractario se ha acabado por hacer una película que no gusta ni en Estados Unidos ni en Europa».

[24]​ En la película, Sean Connery interpretaba al fraile franciscano y antiguo inquisidor del siglo XIV, fray Guillermo de Baskerville y un adolescente Christian Slater encarnaba al también franciscano Adso (benedictino en la novela).

[25]​ En otros medios, la novela inspiró el videojuego español de culto La abadía del crimen (1987), así como la nueva versión de este, titulada La abadía del crimen Extensum (2016).

Umberto Eco en 1984.
Abadía de Melk en 1672, antes de su renovación. Lugar desde donde Adso, ya anciano, redacta el manuscrito.
Imagen del Tacuinum Sanitatis , siglo XIV
Libros de la biblioteca de la Abadía de Melk , en Austria
El escolástico Guillermo de Ockham , una posible inspiración para el franciscano protagonista de la novela.
Esquema del laberinto
Primer folio de un manuscrito de 1470 de La ciudad de Dios ( De Civitate Dei ) de San Agustín . New York Public Library, Spencer Collection MS 30.