Fue municipio libre desde 1198 y formó parte del ducado de Milán desde 1348.
El nombre de la ciudad es un homenaje al papa Alejandro III, enemigo del emperador.
Una leyenda, narrada en el libro de Umberto Eco "Baudolino",[3] cuenta que la ciudad fue salvada por un sagaz campesino, Gagliaudo, quien alimentó a su vaca con el último grano que quedaba y luego la llevó fuera de las murallas hasta encontrar al ejército enemigo.
Si bien tal es la leyenda, lo más probable es que el ejército imperial haya abandonado el asedio debido a una epidemia de malaria.
Las ruinas de un segundo fuerte en el sector sur (Cuartel Christo) han sido divididas en dos por una vía ferroviaria.
Durante los años del Risorgimento, la ciudad fue un activo centro de los liberales.