Fue redactor del periódico demócrata La Discusión de Madrid, y algunos de sus artículos le valieron la persecución y la cárcel en el Saladero, donde enfermó gravemente.
Recobró la libertad con la Revolución de 1868 y fue jefe político sucesivamente en varias provincias, entre ellas Ávila.
Compuso numerosas novelas históricas de carácter folletinesco, pero documentadas: Florinda; o, la Caba (1852, 2 vols.
); El caballero del silencio (1856), ambientada en el siglo XVI; Los Templarios (1856 y 1857, 2 vols., reimpreso en 1884), Pelayo o El restaurador de España (1853, con reimpresiones ulteriores), y prólogo de Emilio Castelar, traducida prontamente al portugués; Felipe V el Animoso, Mariana de Austria, El rey don Fruela (1858), etcétera.
Al parecer, Julián Zugasti confió a Juan de Dios Mora, quien ya había escrito la biografía de algún bandolero, la redacción de El bandolerismo: Estudio social y memorias históricas que corre con el nombre del primero.