Fue deportado a las islas Baleares por sus ideas extremistas en 1840, pero poco después fue nombrado alcalde de su ciudad natal Vinaroz; ordenó allí la construcción del teatro, del que posteriormente fue director (hoy ya no existe dicho teatro).
Fundó en 1843 su propia editorial, La Sociedad Literaria, que editó la colección El novelista universal y Biblioteca Universal a precios económicos para que accediesen a la cultura las clases más desfavorecidas.
Editó, por otra parte, curiosas novelas ambientadas en su propia época, como, la de Manuel Fernández Manrique, Cristina.
Esta obra introdujo el folletín en España, obra literaria de consumo publicada por entregas en periódicos o fascículos y dirigida a un público proletario que apenas sabía leer y no podía costear libros encuadernados.
Como dramaturgo se le deben algunas comedias costumbristas, como Lisonja para todos (1833); comedias a secas, como Amor duende; juguetes cómicos, como Los dos rivales; la tragedia clásica El primer crimen de Nerón (1839); el drama Los negros, y el poema filosófico El derecho y la fuerza (1866).