La novela está narrada en primera persona por el propio Claudio, ya emperador, quien evoca su infancia y juventud.
La primera profecía indica, con la fecha exacta, que Claudio "... recibirá un regalo que todos codician menos él" (aludiendo a la dignidad imperial) y que dentro de "mil novecientos años más o menos, Clau Clau Claudio hablará con claridad", por lo cual el emperador decide escribir su autobiografía de la manera más sincera posible.
Se describen en la novela muchos personajes importantes de la antigüedad, como Augusto, su esposa Livia, Germánico, Tiberio y Calígula.
Las mujeres romanas no tenían un papel abierto en la vida pública romana, así que a menudo acontecimientos significativos y desagradables supuestamente instigados por detrás por las mujeres permiten a Graves desarrollar personajes vitales y poderosos.
Augusto, por su parte, está representado como un hombre bondadoso, incluso una especie de amable bufón e inocentón, tristemente engañado por su megalomaníaca esposa.
Mesalina, por lo tanto, estaba en la primera mitad de sus veinte años y probablemente ya se había divorciado una vez.
Polión, por su parte, diligentemente comprueba los hechos, aunque sus obras resultantes son menos entretenidas a la hora de leerlas pero más precisas; escribe lo que los lectores modernos reconocerían como historia profesional.
Los dos historiadores se vuelven hacia Claudio y le preguntan qué enfoque es el correcto.
No obstante, aún hoy son consideradas como obras maestras pioneras en el reino de la ficción histórica.
En 1937 se produjeron intentos de adaptar esta novela al cine Yo, Claudio por el director Josef von Sternberg.
La BBC produjo en 1976, con guion de Jack Pullman, una miniserie basada en esta novela y la siguiente.
En 2008, se anunció que Relativity Media había obtenido los derechos para producir una nueva adaptación al cine de Yo, Claudio.
[3] La novela también se ha adaptado al teatro (la producción de 1972 I, Claudius fue escrita por John Mortimer y protagonizada por David Warner.