Mesalina tuvo gran influencia política en las decisiones que tomó su marido durante gran parte de su periodo como emperador romano; en este sentido, se le ha comparado con otro personaje de la historia romana, Livia.
Pese a estar emparentada con la familia imperial, Mesalina no gozaba de la condición económica que debía tener: su hogar estaba en decadencia, su padre no era un político prominente y su madre era una mujer poco virtuosa que había derrochado la fortuna familiar.
Ella decía amarlo y esto bastó para que Claudio, quien había tenido dos fracasos conyugales anteriormente, reconsiderara su posición respecto al matrimonio.
Cayo Apio Junio Silano fue, desde la adolescencia de Mesalina, su amor platónico pero pese a sus múltiples insinuaciones este jamás le correspondería.
Se ha afirmado que la pareja había tramado una conspiración contra el emperador, al cual Mesalina esperaba derrocar para poner en su lugar a su nuevo esposo.
Los rumores y habladurías sobre la ninfomanía de Mesalina constituyen una leyenda que ha llegado hasta nuestros días pero cuya historicidad no está clara del todo.
Aquella noche, después de haber sido poseída por 25 hombres, Escila se rindió y Mesalina salió victoriosa, pues superó la cifra al llegar al amanecer y seguir compitiendo.
[3] En principio Mesalina era la forma femenina del nombre Mesala, pero debido a esta emperatriz romana y su fama, el nombre de Mesalina adquirió etimológicamente un nuevo significado: llegó a representar la idea de mujer muy libidinosa, hasta ser usado como un sinónimo de prostituta, similar a adjetivos como «ramera» o «meretriz».