Cristo crucificado
Si bien se representa a veces a Cristo vestido, lo habitual es representar su cuerpo desnudo, aunque con los genitales cubiertos con un paño de pureza (perizonium); los desnudos integrales son muy raros, pero destacados (Brunelleschi, Miguel Ángel, Cellini).Las representaciones escultóricas ("la cruz adornada con la efigie de Cristo crucificado") pueden denominarse crucifijo, especialmente a efectos devocionales.Una modalidad de representación especial es la denominada Gabelkreuz ("crucifijo doloroso", en alemán: cruz en y griega), en la que el travesaño horizontal se sustituye por dos en ángulo (con su correspondiente interpretación cristológica).Las estación duodécima del Viacrucis tradicional se describe como Jesús muere en la cruz.[11] Estuvo en el Altes Museum de Berlín, y se perdió o fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial.En la pintura italiana medieval fueron característicos los crucifijos pintados, a los que se añadían también otras escenas en pequeños recuadros.Las convenciones del tema de Cristo crucificado, que se habían fijado en el Gótico, fueron objeto de diferentes adaptaciones a las nuevas técnicas, como la perspectiva italiana (Masaccio), o el óleo flamenco (Van der Weyden).La Reforma protestante, que supuso una radical ruptura en la representación iconográfica de la Virgen y los santos, centró la pintura religiosa en la representación del Cristo crucificado, en ocasiones vinculada a la propia figura de los reformadores (Cranach).En el arte de la Edad Contemporánea, las representaciones religiosas dejaron de ser tan dominantes como lo habían sido en el Antiguo Régimen; aunque continuó habiendo numerosos encargos, tanto institucionales como particulares, de arte religioso para los que se ajustaban perfectamente las convenciones académicas fijadas desde el Neoclasicismo.Fueron levantadas en las plazas públicas, se colocaron en las iglesias y en las casas; pero no tenían todavía imagen ninguna.Los dos autores citados creen que este monumento data del siglo VII.En fin, en un mosaico antiguo de la basílica del Vaticano había una cruz, a cuyo pie y sobre un montecillo se veía el cordero.Cuenta que en su tiempo se veía en la catedral de Narbona un Cristo desnudo y clavado sobre la cruz.En el concilio de Constantinopla, llamado Quinisexto o in Trullo, celebrado el año 692, fue donde se decretó que la figura simbólica del cordero sería reemplazada en adelante por la figura del Salvador crucificado, y de esta época data la crucifixión que se halla generalmente pintada o esculpida en los monumentos cristianos.Verdad es que la autoridad del concilio Quinisexto no fue reconocida sino implícitamente por una confesión tácita de la iglesia latina; pero a pesar de esto, la decisión relativa a la crucifixión prevaleció en toda la cristiandad aun antes de que el papa Adriano la hubiese confirmado a fines del siglo VIII.En aquel mosaico tiene Jesús los ojos abiertos, la cabeza derecha y rodeada de la aureola crucífera.Es el segundo monumento de este género cuyo dibujo ha llegado hasta nosotros.Al pie de la cruz está la Virgen mostrando con sus manos alzadas a su hijo y al otro lado San Juan en actitud recogida aunque menos heroica que la de la Virgen.No es ya la cruz tan brillante como los astros de la antigua antífona, sino Jesucristo vencedor del suplicio; el dolor no altera su divinidad, la cruz llega a ser para él un trono desde donde bendice al mundo con su mirada y sus manos extendidas.El Cristo aparece allí todavía coronado con la diadema y la aureola crucífera.Tiene los ojos abiertos y los miembros sujetos por cuatro clavos, pero el escabel ha desaparecido.Esta fue la época en que se propagó por todo Occidente la leyenda del Santo Grial.En casi todas las crucifixiones de los siglos primeros, los miembros del Crucificado estaban sujetos por cuatro clavos; después del siglo XIII prevaleció el uso contrario, porque todo lo que aumentaba la idea de dolor era entonces buscado y adoptado.Este es el único grito de dolor que se le escapa.Buffalmacco, en el camposanto de Pisa da a la escena un aspecto enteramente histórico, pues multiplica los episodios y las figuras acesorias.Llegan al más alto grado de la expresión humana, unida a las cualidades pintorescas más elevadas; son verdaderas obras maestras del arte, pero muy pronto estas grandes cualidades se alteran a su vez y el drama íntimo cede ante la preocupación casi exclusiva del efecto escénico.