El mismo texto evangélico atribuye a estas «palabras» un fin de cumplimiento de profecías del Antiguo Testamento: sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final (Juan, 19: 28).[8] El original griego es Πατερ, συγχωρησον αυτους· διοτι δεν εξευρουσι τι πραττουσι.Una primera señalización que ve este pasaje en sentido ético y social es: Cristo entregó el cuidado de su madre al discípulo amado, cumpliendo un elemental deber filial.En Jesús descansaba el deber de cuidar a su madre, que se supone viuda en esos momentos.[10] Según Francis J. Moloney, no se puede eludir el hecho de que Jesús crucificado creó desde la cruz «una familia nueva».Según la interpretación tradicional, Jesús estaría recitando el Salmo 22, que empieza precisamente por esas palabras.Pero también se piensa que aunque la idea sea auténtica (esto es, el Jesús histórico se habría sentido realmente abandonado al momento de su muerte, esperando una intervención de Dios Padre que no llegó), los múltiples otros insertos del Salmo 22 (junto a Isaías 53) pueden hacer pensar en el relato de la Pasión como una composición a posteriori a partir de pasajes del Antiguo Testamento, si bien con elementos realmente históricos.Cuadra con la estructura del cuarto evangelio, y evoca la sed espiritual que Cristo experimentó junto al pozo de la samaritana.
Cristo y el Buen Ladrón
, de
Tiziano
, ca. 1566. Representa la «segunda palabra».
Crucifixión
de
Pietro Perugino
, ca. 1482. Su composición (la Virgen a la derecha del Crucificado y Juan a su izquierda) es la clásica del
Stabat Mater
, que corresponde a la «tercera palabra».