La túnica es una prenda de vestir amplia y larga, con mangas, que cubre desde el cuello hasta las piernas.
Las mujeres aseguraban sus túnicas sobre sus espaldas con hebillas más o menos grandes cuyo uso, sin embargo, no duró mucho en Atenas.
Algunas obras de arte y las descripciones escritas por contemporáneos del Imperio romano se contradicen en este punto.
Más adelante, llegó a estar de moda para que las túnicas fueran producidas con mangas, y usados con braccae.
En la escena evangélica del expolio (cuando los soldados, como era la costumbre, se reparten la ropa del crucificado), la túnica la dejan aparte y en vez de repartirla se la juegan, porque no puede descoserse: era una túnica tejida de una sola pieza, sin costuras (no cosida o inconsútil).
[5] En los propios evangelios se interpreta este hecho como el cumplimiento de una profecía del Antiguo Testamento: Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.
Tras la caída del Imperio romano, la túnica continuó siendo una vestidura ampliamente usada, variando su longitud y la de sus mangas.
Entre los anglosajones de la Alta Edad Media, las túnicas se solían decorar en cuello y puños, tanto en las vestiduras ricas como en las pobres.