Durante la batalla se hicieron populares canciones como El paso del Ebro y Si me quieres escribir, que posteriormente se han convertido en iconos de la cultura popular ligados a la batalla, y darían lugar a las más famosas canciones de la guerra civil española.
Posteriormente, ante la amplitud y dureza de las operaciones, se incorporó también el Cuerpo de Ejército del Maestrazgo, al mando del general Rafael García Valiño, y que contaría con las siguientes unidades: la 1.ª División Navarra, la 4.ª División Navarra, la 74.ª («la Leona»), la 82.ª, la 84.ª, la 102.ª, la 150.ª o la 152.ª.
El plan era originario del mes de abril, cuando las tropas franquistas llegaron al Mediterráneo y cortaron en dos la zona republicana.
[9] Por otra parte, ante la situación política internacional, esta operación favorecía los planes de Negrín de hacer ver a las potencias europeas democráticas (Francia y Reino Unido) que el resultado de la guerra no estaba aún decidido y en todo caso, al menos, poder alargar la guerra hasta que comenzara el gran conflicto europeo que se preveía inminente.
El plan de Rojo consistía en lanzar una ofensiva, masiva y por sorpresa, sobre las fuerzas rebeldes que guarnecían la margen derecha del río Ebro.
El equipo del ejército republicano había mejorado considerablemente con las nuevas remesas de armamento, que incluían artillería más pesada y cañones antiaéreos.
[13] Asimismo, y con el objeto de distraer la atención del enemigo, se realizaron otros dos pasos menores.
Los interbrigadistas sufrieron cuantiosas bajas en el transcurso del choque con la 105.ª División franquista guarnecida en la otra orilla, prolongándose la batalla durante más de 18 horas.
Los sublevados se saldaron con 400 muertos y numerosos heridos, aunque lograron frustrar el cruce del Ebro en este sector.
Sin embargo, el coronel Modesto —jefe del Ejército del Ebro— consideró que la maniobra resultó exitosa, porque había evitado que la 105.ª División pudiera acudir en socorro de la 50.ª División sublevada, situada en el sector central de la batalla.
Al amanecer del 25 de julio, este fue autorizado a retroceder con todos los hombres que pudiera llevar consigo.
Más al sur, Líster avanzó 50 km, llegando hasta la pequeña localidad de Gandesa (en 1937 tenía 3396 habitantes).
[16] Así pues, las tropas sublevadas debieron paralizar sus operaciones en el frente del Levante; con ello, los republicanos logran su primer objetivo.
También destaca a la intervención de la aviación franquista, especialmente la Legión Cóndor, que acude rápidamente a la zona y efectúa ataques masivos sobre los pontones y los múltiples medios de paso del río que emplean los republicanos.
Para pasar los pesados tanques T-26 a la otra orilla del Ebro era necesario hacerlo por un puente de hierro y su construcción requería largo tiempo.
[18] La apertura de compuertas provocó una gran crecida del río que arrastró hombres, camiones y pasarelas que saltaron por los aires, tanto por la fuerza del agua como por el choque de troncos con explosivos adosados lanzados por las fuerzas franquistas.
Así, los sublevados pudieron completar las defensas en Gandesa y cavar trincheras sin ser bombardeados por la aviación republicana.
Además, la crisis checoslovaca amenazaba provocar un conflicto bélico general en Europa en el que quedaría integrada la contienda española, como deseaba Negrín.
Le disuadieron de esta idea, pero siguió bombardeando las pasarelas, que resultaban esenciales para el esfuerzo republicano.
[24] Franco, por su parte, no permitió tampoco que ni la más mínima retirada táctica quedara sin respuesta.
En consecuencia, resolvió atacar a las fuerzas republicanas para desalojarlas de los territorios que habían conquistado.
[23] El 6 de agosto los franquistas lanzaron una contraofensiva general en todo el sector del Ebro: Delgado Serrano se lanzó contra la bolsa norte situada entre Mequinenza y Fayón y defendida por unidades de la 42 ª División.
Los soldados republicanos que no pudieron cruzar a la otra orilla quedaron cercados y finalmente fueron hechos prisioneros.
Nuevamente hubo una larga lista de bajas en ambos bandos y se avanzaron muy pocos kilómetros, aunque los franquistas habían conseguido algunos éxitos sustanciales.
A mediados de septiembre el mando franquista volvió a lanzar una ofensiva contra las fuerzas de Líster en Pàndols, pero las líneas no avanzaron apreciablemente y tras la costosa ocupación del vértice Gaeta, debieron suspender temporalmente sus operaciones.
Los franquistas dieron parte de haber tomado a los republicanos 1000 prisioneros, 500 muertos y 14 aviones derribados.
La caída de Cavalls supuso un duro golpe para la República, ya que aquellas posiciones dominaban toda la región.
Los franquistas lanzaron un ataque masivo contra un altozano conocido como Picosa, donde los republicanos se habían atrincherado con gran habilidad.
En el del día 1 uno de los cinco bombarderos Savoia-Marchetti S.M.81 fue derribado por las defensas antiaéreas y sus seis tripulantes italianos fueron hechos prisioneros.
No obstante, diezmado el ejército republicano y con la frontera francesa cerrada desde el mes de junio, este no tenía posibilidades de victoria frente al siempre reforzado y bien pertrechado ejército sublevado.