Crisis de los Sudetes

No querían fundar un país aparte bajo el nombre de Austria ya que ellos no eran una nación en sí, sino solamente uno de los grupos étnicos (alemanes étnicos) del desaparecido imperio.

Sin embargo, los miembros de la Entente Cordiale se lo prohibieron: determinaron que los primeros debían quedar en un país llamado Austria (les prohibieron incluso el nombre de Austria Alemana) y que los segundos debían vivir como minoría étnica en un país extraño: Checoslovaquia.

Los grandes sufrimientos infligidos por estas políticas que desmembraron por la fuerza a una nación que deseaba permanecer unida inducirían el clima propicio para los emergentes políticos.

Dirigido por Konrad Henlein y su lugarteniente Karl Hermann Frank, el partido pactó secretamente con el Partido Nacionalsocialista alemán, que acababa de alcanzar el poder, pese a que en sus orígenes este partido no estaba vinculado a la ideología nazi y solo recurrió a él como un recurso para resolver la situación con Checoslovaquia.

El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte envió a Lord Runciman para negociar un acuerdo con el gobierno checo, liderado por el entonces presidente Edvard Beneš (quien más tarde confiscaría todos los bienes de los alemanes de los Sudetes, solo basándose en criterios étnicos).

[1]​ La Unión Soviética, por su parte, también tenía un tratado defensivo con los checoslovacos, pero solo estaban obligados a prestarles auxilio si antes lo hacía Francia, que parecía cada vez más inclinada a reconocer que el asunto de los Sudetes era un histórico conflicto irresuelto.

[1]​ El día 21, Hitler añadió a sus reivindicaciones antiguos territorios alemanes adjudicados a Polonia (Cieszyn checoslovaco) y Hungría por los vencedores de la I Guerra Mundial.

Benito Mussolini intervino como mediador y propuso una reunión de potencias en Múnich.

[2]​ A estas fuerzas se podían añadir un máximo de 4 regimientos motorizados de las SS.[2]​ Por otra parte, las fortificaciones alemanas occidentales contra una posible invasión francesa no estaban listas.

[2]​ Frente a ellos, Checoslovaquia contaba con unos 1.200-1.600 aviones, de los que unos 520 podían estar operativos.

[3]​ Francia podía llegar a movilizar unas 70 divisiones y Reino Unido tenía previsto enviar 5 al continente en caso necesario.

Los documentos fueron firmados por Hitler, Mussolini, Chamberlain y Daladier, primer ministro francés, prometiendo además Alemania un plebiscito, que Chamberlain aceptó en un esfuerzo por evitar la guerra.

Mapa de mayoría germana en 1938 (en negro). Popularmente, estos territorios se denominaron Sudetenland entre 1938 y el final de la II Guerra Mundial.
Llegada del primer ministro británico Neville Chamberlain a Múnich (29 de septiembre de 1938). Chamberlain ya había accedido a desmembrar Checoslovaquia dos semanas antes.
El primer ministro francés Édouard Daladier , que quebrantó la alianza con Checoslovaquia, llegando a Múnich el 29 de septiembre de 1938.
Maniobras del ejército checoslovaco en 1938.
Hitler despide a Mussolini tras la conclusión del acuerdo con Francia y Gran Bretaña.
Muestras de emoción frente a la entrada de las tropas alemanas a los Sudetes, octubre de 1938.